martes, 5 de octubre de 2021

CRÍTICA Y POESÍA

 


EL MÉTODO DOCUMENTAL. 

Ana Cristina César

 

Padezco un amor mórbido por Ana Cristina Cesar. Pensar que ese aspecto tan fresco y encantador que se corresponde con la imagen estereotipada de la intelectual de los setenta y principios de los ochenta, casi diríamos con la “progre” de entonces,  con ese pelo rizado, castaño rubio, esas gafas características enmarcando unos ojillos pequeños intensamente azules, no existe desde hace más de treinta años, me sume en la estupefacción y más teniendo en cuenta que la figura y la obra de Ana Cristina César son para mí “actualidad”, porque su descubrimiento, gracias a las páginas literarias de la red, ha sido reciente. Y esa estupefacción se reviste de cierta fascinación morbosa cuando constato que su suicidio se debió al fracaso de un amor homosexual.

En español tenemos una antología de su poesía, apenas unos cincuenta poemas, y creo que es lo único, en dicha  materia que podemos encontrar de ella, teniendo en cuenta que poca poesía más le daría tiempo desenhebrar de la experiencia para trazarla de nuevo en la escritura, habiendo claudicado de la existencia a los treinta y un años.

La mayoría de los artistas o de los poetas, por la singularidad de sus obras o la fuerza de sus personas, se hacen vehiculadores de ciertos signos, se asocian a determinados ámbitos. A mí Ana Cristina Cesar me comunica una atmósfera grata y colorida, al tiempo que muy literaria e intelectual, la del Brasil de principios de los ochenta, representada por grupos y colectivos de poetas.

Creo que si Ana Cristina se hubiera aproximado en vida a nuestros días, arrastraría una obra ensayística y crítica más que notable, siendo una poeta importante y reivindicativa. En este volumen, publicado por Manantial en su colección Nomadismos, se recoge una serie de artículos y ensayos breves sobre las incidencias curiosas y complejas  de la traducción, la presencia de la mujer en la literatura como autora, o la relación de los escritores con la industria cultural. Los trabajos se leen con interés y en algunos pasajes se percibe esa agudeza filológica que transciende las rutinas del saber formal de tal disciplina. Ana Cristina cita a Borges, siendo lectora de Vallejo.       





   

PAUL AUSTER. Poesía completa

 

La poesía de Paul Auster me ha sorprendido. Esperaba algo menos intelectualizado, más legible o... realista. El propio Auster reconoció, sin ironía respecto a su obra narrativa, que partiendo de los sesenta hasta la década de los ochenta, fue lo mejor que escribió en ese tiempo. Quizá para alguien que es fundamentalmente narrador, la poesía sea el ejercicio sublime del estilo, la hora de mostrar la virguería verbal de que uno es capaz, la trascendencia de la escritura misma. Auster resulta original en su planteamiento poético. Dónde ubica el visor del que parte el poema, la extrañeza de su perspectiva, prometen una poesía rica en descubrimientos. Cierto es que en estos poemas brilla más la invención de la letra que la aventura del espíritu, pues leídos de nuevo, predomina más el laberinto de su propuesta, la formalidad del signo que la develación de la esperanza, aunque oponer trabajo literario y solaces del alma, parezca algo contradictorio. Buscando veneros semejantes a la capacidad de Auster para la fantasía  poética pienso en los mundos de René Char e incluso, en los de Paul Celan. La conciencia del poder de la palabra y del universo formulado en ella, se muestran fuertes en estos poemas de Auster. Lo que me pregunto es por qué a partir de los ochenta ya no volvió a escribir poesía. O agotó todo manantial posible en su momento o sustituyó de modo definitivo la densidad poética por la lineal puesta a punto de la narrativa.    

 

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