Actualmente,
no hay otro debate que el político. La política satura el espacio discursivo
hispánico y europeo. Ya no hay tiempo para aquellas demoras reflexivas, para aquellos
lujos de antaño en los que la lucubración conceptual atravesaba competencias
filosóficas, éticas, históricas, en definitiva, competencias propiamente
pertenecientes a las ciencias humanísticas, articulando desde tales puntos
definiciones válidas e inteligentes de mundo.
Qué
intelectual de prestigio eleva su voz hoy y se convierte en referente europeo
de un pensamiento lúcido tal y como en décadas anteriores ocurrió con Sartre, con Foucault… Pienso que hemos olvidado muy pronto la notable obra de
un Agustín García Calvo por nuestros
lares.
Adelanto
este detalle porque ante el libro de viejo que me he encontrado y con el autor que
lo ha escrito, el sorpresivo Vintila
Horia, uno echa muy de menos a escritores de un cariz tal que manejando un
bagaje intelectual semejante, se atreva y se implique en temáticas tan
epistemológicamente elusivas como las referentes a lo paranormal y lo extraordinario.
Siempre
digo que hay que ser pacientes y humildes: paciente porque no sabemos qué
futuras transformaciones les esperan a las Humanidades y al saber en general.
Humildes porque no conocemos qué nuevas realidades nos esperan en cualquier
ámbito.
Lo
de nuevas realidades relativas al conocimiento no es un estereotipo crítico, es
una mención a eventos que ya han sucedido, cambiando la faz del progreso y
nuestra imagen común de las cosas. Hasta que Freud no aparece el inconsciente y todos los problemas relacionados
con el mismo no toma carta de naturaleza seria. Hasta que Einstein no elabora sus teorías físicas no se desarrolla el enorme
conocimiento actual que sobre ese mundo se ha producido. Hasta que los
surrealismos, expresionismos, suprematismos, ultraísmos, dadaísmos, futurismos
y demás movimientos artísticos no se dan, no cambia la percepción del mundo que
nos rodea así como el grueso sustancial de nuestro imaginario universal.
Me
apoyo en parte en estos episodios, tendencias y autores para pensar que lo
insólito, lo totalmente nuevo todavía puede producirse.
Todo
lo que hoy se ampara bajo lo paranormal y lo insólito, acabará por mostrarnos en
qué consiste la naturaleza de su misterio a través de un cambio en las
directrices esenciales del pensamiento y de sus intereses, y lo hará con el
concurso de la obras de nuevos autores, nuevos investigadores, que aportarán
sus hallazgos desde cualquiera de las disciplinas en las que se encuentren
vinculados.
La
posición de Vintila Horia es la justa, la óptima para llevar a cabo un
internamiento intelectivo en tales territorios: no pretende convencernos de
nada, al contrario: se pone a investigar para convencerse a sí mismo de la
realidad de lo inexplicado, cuando no, de los errores de interpretación relativos
a los distintos fenómenos de ese mundo.
Lo
gracioso es que ninguno de los casos y materias de los que trata el libro han
sido “resueltos” ni superados por el
nivel de conocimiento que hoy presentamos: manifestaciones físicas
inexplicables, fenómenos sonoros extraños - las famosas parafonías, estancadas
a día de hoy en el limbo pobremente intelectivo de los investigadores, ahítos
de tecnología y huérfanos de exposiciones teóricas firmes - etc.…
¿Somos
capaces de imaginar una era posinternet, o una todavía más alejada de semejante
período posdigital?
Es
una incógnita, aunque podamos manejar brumosamente pronósticos desde la
sociología o la economía.
Yo
lo que creo es que tarde o temprano, alguien, alguno de esos genios de los que
ha estado sembrado el siglo XX y que tanto faltan actualmente, dará con la
razón secreta, con la naturaleza huidiza de tales realidades. Pero para
entonces, probablemente, nosotros y nuestra realidad social y mental habremos
cambiado tanto, que esperemos las respuestas a los enigmas no se hagan
conscientes demasiado tarde.
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