miércoles, 8 de noviembre de 2023

LOS RECUERDOS DE CRIS



 


Julio Cortázar suma a la excelencia de su obra el recuerdo de su persona, siempre entrañable. Y Cristina Peri Rossi lo que tiene es, precisamente, una memoria fina y recuerdos muy vívidos de su amistad con Cortázar.

La obra de Julio Cortázar es inventiva y lúdica, no obstante, como si fuera un tema recurrente cada vez que pensamos con detenimiento los contenidos de alguno de sus libros, se suele plantear si el ideario de Cortázar no pertenece demasiado a los ámbitos ideológicos, políticos y estéticos de los setenta. Sí, eso está claro. Y el paso del tiempo algo ha cambiado el panorama general. El espectro político de Latinoamérica ya no depende de la existencia de las dictaduras militares, por ejemplo, como tampoco lo que se prestigiaba al amparo de utopías y revoluciones comunistas son lo mismo hoy que hace cuarenta años. Recordemos las inquietudes de Cortázar con respecto a las derivas de países como Nicaragua o Cuba.

Otra cosa que también es cierta hace referencia a que en el momento en que Cortázar triunfa con Rayuela, Francia todavía ostentaba una referencialidad literaria mundial. La musa entonces era francesa. Hoy el patrón cultural en casi todos los ámbitos es totalmente anglosajón.

Ahora bien, ese carácter lúdico, ese humor inteligente que he destacado como característica típica cortaziana y que en obras como La vuelta al día en Ochenta mundos, Último round, Prosa de observatorio, etc.,,, convierte los libros en brillantes sumas híbridas de fragmentos y mixturas en los que cabe de todo a modo de desplegado cajón de sastre: mini narraciones, artículos, ensayos breves, fantasías literarias, poemas; ese dinamismo cantor de lo minúsculo y lo surrealista, convierten a Cortázar en un singular  vaticinador literario. Tales libros por su estructura y factura escritural, en los que texto e ilustraciones creaban un solo espacio, se me antojan los precedentes impresos de los blogs de hoy, de la actividad literaria internética o del mundo de los microrrelatos. La modernidad convertida en un loco museo de extrañezas y curiosidades donde el siempre diestro y magno imaginador que es Cortázar erige los mundos en conflicto tutelados peculiarmente por cronopios y famas.

Por la semejanza de estructura y estilo esta literatura de esquirlas narrativas y fragmentos poéticos conecta con el tiempo de hoy, con el dinamismo de la actualidad y su fenómeno, con el ritmo de los días.  Articulan una suerte de poética periodística, una poética de la extrañeza cotidiana. Y  aquí sí es Cortázar nuestro total contemporáneo.

Cortázar también era un intelectual, lo era aunque no quisiera serlo, pues lo que menos le pegaría a nuestro amigo sería la pose pedante: el empaque total de lo que escribió nos muestra sus capacidades y asunciones formales, es decir, el lugar que en su producción ocupa el ejercicio de la crítica y el ensayo es más que notable. De este modo, Cortázar se nos presenta como un escritor brillantemente profesional, total.  

Peri Rossi también sabe escribir con gracia y precisión y las breves páginas de este recordatorio se hacen tan amenas como emotivas.

Leyendo estas líneas claras y entrañables de Peri Rossi uno se acerca a esas naturalezas infrecuentes que son los grandes creadores, a sus psicologías agudas y peculiares, al tiempo que se advierte la total normalidad de sus temperamentos. El gran creador no tiene por qué padecer ninguna patología como a veces se afirma con ánimo mitificador, para ser eso, un gran escritor…

 El creador literario es una persona cualquiera, salvo que ostenta esa capacidad de columbrar otros horizontes y experimentar con el lenguaje a partir de esa experiencia.

Leyendo estas páginas breves pero esenciales nos damos cuenta del poder sorpresivo de la memoria, de cómo criba el tiempo y el número de los sucesos, dando cuenta de la amargura que emerge cuando consideramos la distancia entre ellos.

Peri Rossi recuerda la misteriosa indistinción que Cortázar hacía de vez en cuando entre magia y realidad. Ciertamente para los maestros de la literatura y del lenguaje la barrera entre ambas debe ser tan fina como casi hipotética.

 

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