jueves, 26 de diciembre de 2024

 





OBSERVATIONS

 

Estoy leyendo la obra poética de Dino Campana en la edición reciente de Visor. Recuerdo haber comprado sus famosos Cantos órficos a mediados de los noventa en la librería de Diego Marín, en una versión que sacó entonces la universidad de Murcia.

Como suele ocurrir, es ahora cuando estoy disfrutando de verdad la obra del italiano, en esta publicación nueva. A veces no solo la imaginación puede ayudarnos a leer con libertad y placer una obra. Con el tiempo vamos sumando factores e información a nuestra aproximación a las obras literarias y ello puede incrementar el grado de comprensión, la luminosidad con que viajar a través de los textos. Esto me está ocurriendo con esas páginas oniriformes, en las que los elementos que intervienen en su poética - poblaciones desiertas, llanuras salvajes, avenidas espectrales, extraños personajes de la periferia, vigilias nocturnas - , actúan como sabrosos indicadores de una sensibilidad extraviada en los albores del siglo, espacio de transición de sensibilidades, esta vez, generales, en Europa.

El repertorio de motivos y elementos protagonistas conforman un pequeño universo altamente significativo que contextualizan literariamente una época y ubican aventuras estéticas. Una lectura actualizada de Campana nos lo descubre como un flaneûr prototípico, convulso, incluso.

A Campana hay que ubicarlo, sin encorsetar por ello, el tipo de consecuencias humanas de su poética, desenvolviéndose en el orbe de lo inconscientemente performativo de la figura simbólica del flaneûr. Campana es él mismo un flaneûr maniático hasta el punto de que su tendencia a desplazarse de un sitio se convierte en signo de extravío morboso.

Hasta hoy mismo, creía que la relevancia literaria de Campana no era muy destacada. Pero comprobando la vida que llevó y el carácter de los textos que reunió bajo el título de Cantos órficos, le doy un voto cualitativo en el ranking de los marginales a tener en sustanciosa  cuenta.

La aventura existencial de Campana y la sintetizada en su poesía, advienen sumidas en un aire remoto y onírico. Este ambiente entre rudimentario y convulsivo, no escapan a la hora histórica en que se enmarcan. Lo extraño, lo inclasificable son notas en la superficie de un flujo que alcanzaría lucidez formal en manifestaciones como el surrealismo y que en Campana implica el ahondamiento vertiginoso en las dimensiones definitivamente oníricas del simbolismo finisecular.

 

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    Echar un animoso vistazo a los depósitos de librerías de viejo a través de la red, puede resultar de lo más estimulante. Perdiéndome por esos nuevos laberintos que propicia el mundo digital, di con este diario de Curzio Malaparte, un autor que no había leído nunca pero cuyas obras están experimentando cierto auge gracias a publicaciones recientes. Malaparte es un escritor italiano, como se suele decir, de raza, cuando se quiere destacar el oficio y la cantidad y tipo de experiencias que uno acumula. Malaparte llegó a vivir ambas guerras mundiales, y su aspecto de Bela Lugosi redivivo no hace sino constatar que atesora una historia personal contundente y difícil. No voy a desglosar las pululantes incidencias de una vida tan políticamente comprometida. Sí que me gustaría destacar el notable nivel de análisis que Malaparte ofrece a la hora de dar información del estado de la nación francesa y de los nuevos tipos psicológicos que van haciendo el relevo generacional en un país que ha sido invadido recientemente. Malaparte, personaje agudo y polifacético,  integra aspectos algo paradójicos: militante político y personaje mundano, diseñador de escenarios teatrales, amante de la noche bohemia y amigo de la fauna nocturna que se movía por el París de fines de los cuarenta y principios de los cincuenta, Jean Cocteau, entre otros. Malaparte es un escritor con recursos, que se conoce el callejero parisino, la gente que puebla cada barrio y que, dado el momento, poetiza brillantemente con los distintos paisajes urbanos que ofrece París por las tardes y noches. A destacar en este diario un estimulante encuentro de Malaparte con Agustín de Foxá.     

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