La editorial argentina Adriana Hidalgo Editora ha publicado recientemente el volumen de poesías de Leónidas Lamborghini, "El jugador, el juego". En principio lo que hace Lamborghini parece sencillo y algo simple (eso se nos antoja, claro, después de que la técnica haya sido inventada) : coger textos de poetas clásicos y hacer surgir nuevos textos manipulando el material original. Para sorpresa nuestra, el resultado no sólo es interesante sino que posibilita los destellos fascinantes. Y digo "para nuestra sorpresa" porque a veces nos entusiasma más la envoltura experimental, la novedad de la aventura escritural en sí que el mundo obtenido de esa manera.
Podríamos decir que Lamborghini lleva a cabo una suerte de desconstrucción creativa del texto:
su experimento no se limita a producir permutaciones mecánicas sino que crea sentidos nuevos - sentidos semejantes nuevos - desde el seno de las potencialidades del texto elegido.
Lamborghini no opera, pues, del mismo modo que el Pierre Ménard borgiano. El interés de éste radicaba en descubrir qué dificultades contextuales, qué complejidades morales y mentales implicaba el escribir de nuevo el Qujote en el siglo XX.
Lamborghini no quiere escribir de nuevo los poemas de los clásicos, no parte de ellos para hacer un texto distinto o referencialmente distante. Todo lo contrario : se sumerge en el poema en cuestión explotando las posibilidades semánticas que ofrecen los términos cuantitativamente concretos que lo constituyen. Logra de esta manera un efecto arcaizante y alucinado, como si descubriera las latencias erráticas del poema original. Al reescribirlos, Lamborghini escribe los borradores de los poemas clásicos que ha escogido.
Los versos de Garcilaso, Góngora, Quevedo o San Juan de La Cruz, atomizados y multiplicados, giran en un juego de resonancias y ecos cuyo proceso potencia el carácter de pentagrama de la escritura poética, sin aniquilar totalmente el sentido.
Los "textos" virtuales que un texto real posee para una mirada inquieta, ¿no pasan de ser eso, puras entelequias, las vertientes, precisamente, desechadas por el texto original, submundos inoperantes del mundo del texto originario? Éstas son las cuestiones, no exclusivamente retóricas, que suscita la lectura de los poemas de "El jugador, el juego". El propio Lamborghini nos responde: "El juego del Modelo (el texto original) es el juego de las resonancias creadas por la reescritura del Modelo".
Es decir, el juego no consiste en copiar sino en elaborar poemas a partir de las posibilidades creativas suscitadas por la lectura del poema modelo: los poemas como dimanaciones de la Fuente que recuerdan fragmentariamente su fuente.
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