viernes, 27 de junio de 2008

ALECCIONAMIENTO DE LOS MEDIOS


Cuando uno echa un vistazo al cúmulo de noticias que nos llueve sobre los inmigrantes y simplifica el cariz, el mensaje cifrado que se desprende de tales noticias, acaba pensando que o bien estamos siendo sometidos a una prueba del destino, o bien a un experimento ético-social de magnitud global.

Como digo, simplificando, podríamos establecer dos bloques de noticias de signo opuesto.

Por un lado, se nos dice que el crecimiento económico actual de España se lo debemos a la mano de obra inmigrante.

Por otro, está el goteo disperso, más o menos espectacular pero regular y continuo, de noticias sobre delitos cometidos por inmigrantes. Estas últimas noticias, aunque estén más o menos veladamente expuestas, acaban por revelar la autoría extranjera de la fechoría por la ubicación o naturaleza de la misma.

O sea, que nos encontramos con dos tipos de enunciados contrarios que no se oponen mera y estáticamente uno al otro, sino que forman parte de una especie de estrategia cuya adecuada o feliz articulación se nos confía: dos conjuntos distintos de piezas de una trama mayor cuyas implicaciones debemos saber calcular para que el juego - la convivencia - sea posible sin desquiciamientos.

El primer enunciado funciona como atemperador del segundo. Relativiza, contextualiza, ubica, resume o pretende concluir. Nos recuerda que...

El segundo actualiza, "nos pone al día", pues, supuestamente, anuncia realidades nuevas (y odiosas). Ahora bien, las intenciones con que actualiza no resultan claras. El enrarecimiento mediático-social es tal que cualquier noticia sobre delincuencia cometida por inmigrantes se ha vuelto sospechosa de racismo encubierto.

La fatalidad de los medios está en que vehiculan a escala global enunciados que pronto se gastan, convertidos en tópicos que fluyen y refluyen ciegamente en las ondas y en las pantallas y que uno se acostumbra a oír como sonido ambiente.

Tan erróneo e incluso irritante puede ser santificar porque sí a los inmigrantes, los nuevos apátridas, como peligroso azuzar la paranoia de acusarlos a todos de invasión y criminalidad.

La cuestión reside en cómo no perder la objetividad, en cómo combinar ambos enunciados sin caer bajo el influjo de los estereotipos, en cómo resistir el asedio informativo estando ya dentro de su círculo de acción.

Los medios, lanzándonos estos enunciados, este tipo de noticias basadas en el tradicional juego de los contrarios, se lavan las manos. Se supone que somos nosotros los que con "la justa información" en nuestras manos debemos saber calibrar la situación y comportarnos en consecuencia, nosotros que somos, precisamente, y tanto como los mismos inmigrantes, el consabido objeto de manipulación de los ubicuos medios.

Cuando llegue el Apocalipsis ¿darán pulcramente la noticia por la tele sin darse por aludidos?

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