martes, 21 de abril de 2009

SOBRE LO PARANORMAL


La cuestión no es que la parapsicología, o más exactamente, la parapsicobiofísica, sea una ciencia en pañales, que carezca de la formulación elemental de una epistemología, o que confunda conceptos, técnicas y fines de investigación. La cuestión es que no tenga más remedio que verse condenada a este limbo ante el dominio del mundo por la presión macromediática, inductora de ideologías y estereotipos.

Por otro lado, la dispersión de una imagen del mundo ha venido a ser sustituída por la profusión de espiritualidades del mercado, lo que Eliade interpretaba como "prácticas pararreligiosas", que aportan cada una su interpretación particular de lo desconocido, lo que suma más caos a la banalización que producen ya los media.

Hubo una época en que el campo estaba algo más despejado de intrusos, la industria de la información no era tan apabullante y la explotación mediática del misterio no suponía la volatilización de la investigación rigurosa sobre el mismo.

Bergson y Freud formaron parte de la Asociación de Investigaciones Psíquicas de Londres. Schopenhauer, Herder, Flammarion, Richet, Stanislao Sánchez Calvo, Lodge, todos filósofos y científicos, y alguno de ellos, premios Nobel, reflexionaron con agudeza y coherencia sobre los fenómenos inexplicados.

A finales del XIX y principios del XX, existía una reflexión ontológica sobre lo extraño con una clara y notable intención de sistematicidad. Este panorama intelectual ( absolutamente disperso hoy en día), tras las dos Guerras Mundiales y el advenimiento de las sociedades de masas junto con la industria del espectáculo como proveedora de nuevos mitos, desaparece.

Resulta curioso que el enorme progreso tecnológico actual, aplicado en el campo de la investigación de lo paranormal, apenas nos conduzca a ningún resultado: el que sensores capten variaciones electromagnéticas y de temperatura, anormales en lugares concretos en los que se afirman que se producen fenómenos extraños; o que imágenes fotográficas nos muestren lo que no había allí, o que programas informáticos ratifiquen que la voz psicofónica no se corresponde con los parámetros frecuenciales de la voz humana, son datos que meramente vamos aceptando y acumulando sin que pase nada...

Es decir, que a pesar del número de fenómenos extraños constatados y los resultados de las investigaciones efectuadas, minuciosamente registrados, la parapsicología sigue estancada en tiempo muerto: todo ese material reposa inercialmente en ninguna parte, no supone un cambio sustancial en nuestras ideas de las cosas, es información que vamos amontonando al tiempo que vamos olvidando.

Yo creo que esto se debe a dos cosas: por un lado no hay reflexión sólida, es decir, filosófica, consecuente, tras toda estas loables investigaciones de campo, que dilucide una unificación, una visión integral, desde todas las competencias del saber, sobre los resultados incontestables que tenemos sobre la mesa; y por otro, quizá haya que preguntarse si no hemos dado demasiado pronto con algo que en la época que vivimos no corresponde revelar. Quizás, los hijos de nuestros hijos sepan por fin qué demonios es una psicofonía. Pero esto implicará que el mundo, este mundo, su concepto, habrá cambiado, y nosotros no seremos los mismos.

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