martes, 18 de octubre de 2011


SURREALISMO COTIDIANO
Paseando por Murcia, atravieso una plaza, un tanto desolada a media tarde, pero rodeada de pubs que anuncian un cambio de ambiente contundente, horas más tarde. En el extremo de esta plaza, incrustada en el rincón de uno de los bloques que la circundan, veo una tienda de ropa, pequeña, de aspecto humilde y no muy bien iluminada. Pero al pasar, tengo que pararme y darme media vuelta ante el escaparate que, literalmente, hace de bisagra con el edificio siguiente. No sé si este escaparate ha sido diseñado a conciencia, el dueño colocó lo que tenía más a mano, o si el aspecto que ofrece obedece a cierta e interesante configuración que si resulta azarosa, no es en modo alguno, caótica, porque viene a ser toda una fugitiva demostración de la nueva estética que ya todos hemos asumido sin acabar de comprender del todo. Hay que reconocer la límpida estructuración de la escenificación. La combinación de sencillez y extravagancia es ejemplar. La mitad del maniquí - el torso de abajo con los pantalones puestos - se relaciona con la ilustración impactante de los órganos internos del cuerpo humano: fragmentaciones que convierten el cuerpo en un conjunto mecánico, en trozos de un robot, alusiones a la alienación contemporánea y a la percepción de nuestro propio cuerpo como algo extraño, todo un estereotipo. Y para ilustrar el misterio de estas extrañas articulaciones, ahí está colgando la escueta luz de una lámpara, símbolo del conocimiento. La silla parece estar puesta para que nos paremos a reflexionar sobre lo que el escaparate mismo nos ofrece, puesto que su función decorativa es un tanto dudosa y prescindible. Un escaparate típicamente surrealista, de manual, o sacado de un cuadro metafísico De Chirico, que a pesar de su familiaridad, no deja de ser inquietante si fijas tu atención en él. En un local en el que vamos a comprar tranquilamente ropa, su escaparate más lateral y alejado de la puerta, nos recuerda el complejo bioquímico que somos, el autómatra disfrazado que late bajo nosotros. ¿Cómo es que este mensaje perturbador se ha colado y nos asalta en plena calle?

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