Si como dice el filósofo moderno
escuchar es verbo evangélico,
es en las frondas de la palabra
donde se identifican
nuestros reinos.
Cada hora es un poema posible
sobre la creación del mundo
y los infinitos instantes
que tejen esa hora.
Cada poema festeja un símbolo
y celebra que las almas inquietas
al fin se encuentren
al amparo alborozado
de una mirada y un susurro.
Tu palabra y la mía
son el brillante convenio
entre dos orillas opuestas
que convergen
al escucharse.
1 comentario:
Hermoso poema , repleto de sabiduría .
Un cordial saludo
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