El
presente volumen es, en realidad, la transcripción de las sesiones sobre
literatura, escritura y traducción que Borges dio en New York, en la
universidad de Columbia. Para los borgianos y adictos a la literatura, esta ha
sido una agradable sorpresa, encontrarnos con material inédito, todavía, del
autor argentino.
Ya
sabemos que disfrutar de Borges es frecuentar sus tics y su pequeño ramillete
de temas que va repitiendo siempre con variaciones sorpresivas.
A propósito
de tics – las reincidentes expresiones de modestia y disculpa, la querencia de Borges
por algunos adjetivos – el profesor Di Giovanni, traductor al inglés de la obra
de Borges y acompañante suyo en estas ponencias, llega a decir, con Borges
delante, y no está muy claro en qué tono: Borges
ha utilizado la palabra “arduo” hasta el hartazgo.
En
otro momento, Borges se topa con el estudiante atrevido que le señala cierta
contradicción: en un ensayo, Borges afirma que no hay momentos contemporáneos. El
estudiante le exige a Borges que explique tal afirmación ante la indudable
contemporaneidad que liga a dos duelistas, tal y como se narra en alguno
de sus cuentos. Borges, algo pillado, le da la vuelta al asunto, estimando que
el estudiante se convierta en el escritor del cuento que entonces ya no
resultaría ficción borgiana: “esa es su invención, no la mía”, le dice al
estudiante, desentendiéndose.
Otra
intervención nos suministra un dato temporal sobre la recepción crítica de la
obra de Borges, cuando un estudiante pregunta con cierto candor sobre la
autenticidad o no de las múltiples fuentes de que se sirve Borges, pidiendo
disculpas al escritor en el caso de que tal pregunta resultara impertinente. Uno
de los aspectos más definitorios de la poética borgiana – la bibliografía
inventada – todavía suscitaba dudas acerca de su naturaleza positiva en 1971.
Las
exposiciones de Borges son , como siempre, densamente meridianas y con ese
toque paradójico en alguna de sus formulaciones. El autor se despide recordando que la literatura es algo más que un mero juego compilatorio de vocablos, y reivindica la tarea creativa del lector como elemento clave para la perduración de las obras literarias.
Ocasión excelente la que
tuvieron los estudiantes de la universidad de Columbia a lo largo de casi 15
días de escuchar y dialogar con Borges, de presenciar cómo la alta literatura
expone con suma sencillez los entresijos técnicos de su funcionamiento y
creación.
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