¿Por qué razón los maniáticos buscadores
de extraterrestres en la antigüedad no interpretan que esta figura de una
sacerdotisa oferente íbera es, también, una entidad de otra galaxia, si tiene todo el
aspecto de serlo? Veamos: Visibilísima escafandra, ojos rasgados tal y como los
tienen, presuntamente, los extraterrestres de la civilización de Ganímedes,
pequeña estatura que denota la superinteligencia de los seres sacrales de otros
mundos, extraños artilugios que maneja misteriosamente entre sus manos…
Umberto Eco se quejaba de la manías interpretativas, esa obsesión, que muy lejos de la crítica literaria y del análisis simbólico de las obras artísticas, sospechaba de la presencia de signos ocultos en monumentos o pinturas, y tras cuya localización, nos revelarían un sentido esotérico de tales obras en contacto con otras o con otras misiones ajenas a la estética. Convertir las grandes obras artísticas de la humanidad en un mero entramado de acertijos sería reducir y pervertir el alcance de sus significados reales, transformar pinturas, obras musicales y arquitectónicas en juguetes de un juego mecánico y fútil.
Umberto Eco se quejaba de la manías interpretativas, esa obsesión, que muy lejos de la crítica literaria y del análisis simbólico de las obras artísticas, sospechaba de la presencia de signos ocultos en monumentos o pinturas, y tras cuya localización, nos revelarían un sentido esotérico de tales obras en contacto con otras o con otras misiones ajenas a la estética. Convertir las grandes obras artísticas de la humanidad en un mero entramado de acertijos sería reducir y pervertir el alcance de sus significados reales, transformar pinturas, obras musicales y arquitectónicas en juguetes de un juego mecánico y fútil.
Precisamente, cuando abandonamos por
unos momentos la intención totalizante de analizar, poner etiquetas, aplicar enjundiosas
teorías, es en esos instantes cuando la obra artística es ella misma, una
imagen. Ese es el sumo misterio.
A propósito de esta figurilla íbera podríamos
imaginar historias, escribir poemas, concebir mitologías. Su misterio
originario continuaría intacto ante todo lo que no sería sino mérito de
narradores postreros.
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