La industria cultural está demasiado
segura de sus procedimientos como para escuchar la voz de la sabiduría (¿ y no
está pasada de moda?)
Propia de la industria cultural es la
vulgaridad, la insistencia en el detalle penoso.
La sofística ha reducido la verdad al
consenso público y la discusión pública parece la coartada extrema de esta masa
de hablantes.
Enamorado de la propia apariencia, el
hombre –masa no podrá sino complacerse en lo que parece verdadero, no podrá
sino gozar de la imitación, es decir, de la parodia de lo que no es.
No
se trata de la crítica de algún analista actual, ni tampoco de un texto,
precisamente, muy reciente. Son fragmentos de ¿Dónde iremos a parar?, una de las Historias verdaderas escritas por Umberto Eco hace más de cincuenta
años y que suenan sorprendentemente actuales e incisivas. A veces parece que lo
olvidemos, pero todavía vivimos en una sociedad de masas. Y es a esa sociedad
desclasada y dispersiva a quien Eco dirige su agudo visor contrastante.
Eco
utiliza el ascenso del pueblo al poder en el mundo ateniense de tiempos de
Platón como acerada metáfora de la dispersión del espíritu en el masificado
espacio democrático. La decadencia
espiritual de Atenas tras la victoria de la democracia es un reflejo crítico de
la sociedad actual, plenamente masificada.
El
hándicap de toda sociedad masificada y democrática es la pulverización de todo
misterio, la obligación de hacerlo todo público, la ignorancia de todo sentido
oculto.
No
sé si elitista quizás, pero sí muy nietzscheano,
Umberto Eco da la puntilla :
Al hombre libre no le queda sino
refugiarse, si tiene fuerza, en el propio desdén y en el propio dolor. Incluso cuando,
un día, la industria cultural, iniciando en las letras también a los esclavos,
mine por su base este último fundamento de una aristocracia del espíritu.
En
los fragmentos precedentes observo una crítica a lo políticamente correcto, a
la imposición final de un sentido uniforme y global de la cultura, reducida
esta al mero juego lingüístico, se percibe el grito de quien ya no podrá ser
diferente ante el imperio social de la masa arrollando lo delicado y lo esotérico.
Historias
verdaderas se encuentra en el volumen Segundo diario mínimo publicado recientemente
por Debolsillo, y en el que encontramos al Eco más lúdicamente combativo contra el acosador fenómeno de la sociedad de masas.
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