martes, 22 de agosto de 2017

TREPIDANTE Y MÍSERA ACTUALIDAD







Vivimos una época políticamente pornográfica, dijo Baudrillard. Pero es que creo que también, informativamente, somos una sociedad pornográfica. Para confirmarlo no tenemos más que echar un vistazo a la cantidad de programas en los que los tertulianos, desde que ocurrió el atentado el jueves pasado, nos están bombardeando con una cantidad grotesca sobre las incidencias y no incidencias del suceso, sobre si bolardos sí o bolardos no, sobre la nacionalidad de la víctimas, sobre el comportamiento de los políticos, sobre si la furgoneta hizo esto o hizo aquello. Sobre mil cosas menos sobre los estereotipos y figuras que funcionan en el imaginario árabe sobre Europa y los cristianos y que los inmundos ideólogos están utilizando para lavar el cerebro de sus cachorros, los que van a cometer el atentado en suelo europeo. El acoso, la inflación informativa sobre todo impide el silencio, la consideración de lo ocurrido de otro modo o, incluso, de ningún otro, la abstención respetuosa: ya sabemos lo suficiente sobe lo que ha ocurrido, no queremos saber más detalles ni digerir más descripciones.
Cuando no hay carnaza, la jauría no arma jaleo. Se fulminó a Bin Laden. No se proyectó imagen alguna sobre tal cosa y se acabó con un mito terrorista sin que sus seguidores abrieran apenas la boca.   

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