jueves, 19 de abril de 2018


 
 
 
REFLEXIONES FLEXUOSAS

 

Recuerdo cuando hace algún tiempo me preguntaba sobre los motivos que podrían celebrarse a través de la escritura poética, si había algo que quedara en pie que justificase una escritura luminosa. Interrogantes bastante pedantescos, como se puede ver. Ahora me doy cuenta, superando artificiosidades de planteamiento, de  que es la realidad diaria, ni más ni menos, la experiencia de uno  lo que está pidiendo con cierta urgencia ser interpretado por la poesía.

 
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Persistir en pensar en alguien que haya fallecido, reproducir mentalmente sus rasgos, por dónde anduvo cómo era o qué hizo de singular un día, es un modo tortuoso de amargarse y afantasmar su recuerdo. Pensar en alguien como alguien ya ido, alguien que ya no está, que no va a dejar de no estar, pensar en el hueco de vida que ha dejado en su ámbito familiar es un modo erróneo de evocarlo. Sé que es un error pensarlo de este modo como también sé que es difícil no hacerlo, abandonarse un poco morbosamente a la nada que hay ahora en su lugar. Es lamentable hacer esto porque es precisamente en un ahora como debiéramos imaginar un encuentro con la persona que nos ha dejado. Un ahora de contornos y naturaleza completamente ignotos para nosotros y que no debemos forzarnos a imaginar. Sólo sé, o intuimos que es el “ahorala forma más óptima de representarnos un encuentro con los que se han ido.  Es en y desde  el ahora como hay que dilucidar ese encuentro. Todas las demás formas temporales – junto con las  pomposamente mitológicas - no sirven y están destinadas a la disolución melancólica. Plantearnos la naturaleza profunda del ahora, del momento presente, puede hacer crecer un ápice de esperanza, aunque sea imaginario.  

 
 
 
 

Todo adoctrinamiento asquea. Y el de la ideología de género, sutilmente impuesto - y otros que estamos sufriendo actualmente- , también.


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No entiendo muy bien el sentido de los colores en la bandera del movimiento gay. Se supone que el irisado muestrario de los colores  representa la diversidad de opciones sexuales,  es un festejo de la libertad y de la multiplicidad de formas de relación sexual. Aceptando  este punto de vista – el de la multiplicidad de formas – debería estar  incluida en esta bandera la reivindicación de la heterosexualidad, pues llama la atención que los gays se muestren como representantes de la diversidad sexual cuando lo homosexual es la relación de lo mismo con lo mismo….





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Consideraciones espaciales.
Si un fenómeno de ruidos y desplazamiento de objetos inexplicables se produce en una casa, y lo asociamos a algún tipo de ente espectral o fantasma o duende o lo que sea, (aun si se tratara de una energía física desconocida, por la forma de actuar la equipararíamos a una de las corrientes  antropomorfizaciones citadas)   llegaremos a la primera y básica observación: que siendo el origen de los ruidos y movimientos desconocida, podríamos decir que la ubicamos fuera de nuestro mundo pero con capacidad de incidir en este; que si el origen desconocido incide espacialmente, el ser y estar de la causa desconocida no se localiza en nuestro tiempo, lo que es tan tremendo e incomprensible como los fenómenos que estamos detectando. El otro mundo al incidir extraordinaria y fugazmente en el nuestro revelaría una proximidad o coincidencia espacial sin ser de nuestro mundo, es decir, que temporalmente estaría en otro enclave vital y real de naturaleza inasimilable para nosotros o refractario al nuestro. El tiempo, un tiempo desconocido, es aquí la metáfora que emplearíamos para designar el “lugar” en que reside o se encuentra la causa de lo extraño –

 
 
 


Si escucho en un concierto la interpretación de una obra para piano de Debussy, por ejemplo, la música me desplaza a otro lugar distinto al de la sala. La música está ocurriendo delante de mí pero no se limita al espacio actual sino que activa otros, otros ámbitos, y con ello, también va el tiempo. Lo que la música me sugiere al sonar siempre desde el ahora son paisajes, sensorialidades y enclaves que no pueden producirse y visualizarse meramente en la sala de conciertos sino en un espacio propio que ni es un más allá ni un más aquí, sino una suerte de paraíso particular. Es curioso que siendo la música un arte temporal porque se percibe mientras transcurre en el tiempo, espacialmente se resuelva en otros lugares que trascienden este mero ahora y que son absolutamente atractivos.  


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Los que se ilusionan con el cerebro  considerándolo el mayor motivo de estudio y celebran que gracias a la gran mamá evolución disfrutemos de algo tan sofisticado, creo que confunden el medio con el fin. Yo no celebro órganos, celebro el fulgor del pensamiento.

 
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Qué aburrimiento me produce todo esta cháchara tontamente fascinada por las nuevas tecnologías: telefonía móvil, redes sociales, etcétera, que no para de aturdirnos los tímpanos a través de la televisión, los periódicos, la radio y el propio internet. Digo lo mismo que con la cuestión del cerebro: yo disfruto de las redes no hago literatura hablando de las mismas, no me detengo hablando de las propiedades del vehículo sino que viajo y visito lo que es vehiculizado por esta herramienta. Aunque admito que algo de la naturaleza de lo que puedo ver a través de internet tiene que ver con la significación de la técnica que lo hace accesible.  
 
 
 
 

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