REFLEXIONES FLEXUOSAS
Recuerdo cuando hace algún
tiempo me preguntaba sobre los motivos que podrían celebrarse a través de la
escritura poética, si había algo que quedara en pie que justificase una escritura
luminosa. Interrogantes bastante pedantescos, como se puede ver. Ahora me doy
cuenta, superando artificiosidades de planteamiento, de que es la realidad diaria, ni más ni menos, la
experiencia de uno lo que está pidiendo con
cierta urgencia ser interpretado por la poesía.
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Persistir en pensar en
alguien que haya fallecido, reproducir mentalmente sus rasgos, por dónde anduvo
cómo era o qué hizo de singular un día, es un modo tortuoso de amargarse y
afantasmar su recuerdo. Pensar en alguien como alguien ya ido, alguien que ya
no está, que no va a dejar de no estar, pensar en el hueco de vida que ha
dejado en su ámbito familiar es un modo erróneo de evocarlo. Sé que es un error
pensarlo de este modo como también sé que es difícil no hacerlo, abandonarse un
poco morbosamente a la nada que hay ahora en su lugar. Es lamentable hacer esto
porque es precisamente en un ahora como
debiéramos imaginar un encuentro con la persona que nos ha dejado. Un ahora de contornos y naturaleza
completamente ignotos para nosotros y que no debemos forzarnos a imaginar. Sólo
sé, o intuimos que es el “ahora” la
forma más óptima de representarnos un encuentro con los que se han ido. Es en y desde el ahora
como hay que dilucidar ese encuentro. Todas las demás formas temporales –
junto con las pomposamente mitológicas -
no sirven y están destinadas a la disolución melancólica. Plantearnos la
naturaleza profunda del ahora, del momento presente, puede hacer crecer un
ápice de esperanza, aunque sea imaginario.
Todo adoctrinamiento asquea. Y el de la ideología de género, sutilmente impuesto - y otros que estamos
sufriendo actualmente- , también.
No entiendo muy bien el
sentido de los colores en la bandera del movimiento gay. Se supone que el irisado
muestrario de los colores representa la
diversidad de opciones sexuales, es un
festejo de la libertad y de la multiplicidad de formas de relación sexual. Aceptando
este punto de vista – el de la
multiplicidad de formas – debería estar
incluida en esta bandera la reivindicación de la heterosexualidad, pues llama
la atención que los gays se muestren como representantes de la diversidad
sexual cuando lo homosexual es la relación de lo mismo con lo mismo….
Consideraciones espaciales.
Si un fenómeno de ruidos y
desplazamiento de objetos inexplicables se produce en una casa, y lo asociamos
a algún tipo de ente espectral o fantasma o duende o lo que sea, (aun si se
tratara de una energía física desconocida, por la forma de actuar la
equipararíamos a una de las corrientes
antropomorfizaciones citadas) llegaremos
a la primera y básica observación: que siendo el origen de los ruidos y
movimientos desconocida, podríamos decir que la ubicamos fuera de nuestro mundo
pero con capacidad de incidir en este; que si el origen desconocido incide
espacialmente, el ser y estar de la causa desconocida no se localiza en nuestro
tiempo, lo que es tan tremendo e incomprensible como los fenómenos que estamos
detectando. El otro mundo al incidir extraordinaria y fugazmente en el nuestro
revelaría una proximidad o coincidencia espacial sin ser de
nuestro mundo, es decir, que temporalmente estaría en otro enclave vital y real
de naturaleza inasimilable para nosotros o refractario al nuestro. El tiempo, un tiempo desconocido, es
aquí la metáfora que emplearíamos para designar el “lugar” en que reside o se
encuentra la causa de lo extraño –
Si escucho en un concierto
la interpretación de una obra para piano de Debussy, por ejemplo, la música me
desplaza a otro lugar distinto al de la sala. La música está ocurriendo delante
de mí pero no se limita al espacio actual sino que activa otros, otros ámbitos,
y con ello, también va el tiempo. Lo que la música me sugiere al sonar siempre
desde el ahora son paisajes, sensorialidades y enclaves que no pueden
producirse y visualizarse meramente en la sala de conciertos sino en un espacio
propio que ni es un más allá ni un más aquí, sino una suerte de paraíso
particular. Es curioso que siendo la música un arte temporal porque se percibe
mientras transcurre en el tiempo, espacialmente se resuelva en otros lugares
que trascienden este mero ahora y que son absolutamente atractivos.
Los que se ilusionan con el
cerebro considerándolo el mayor motivo
de estudio y celebran que gracias a la gran mamá evolución disfrutemos de algo
tan sofisticado, creo que confunden el medio con el fin. Yo no celebro órganos,
celebro el fulgor del pensamiento.
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Qué aburrimiento me produce
todo esta cháchara tontamente fascinada por las nuevas tecnologías: telefonía móvil,
redes sociales, etcétera, que no para de aturdirnos los tímpanos a través de la
televisión, los periódicos, la radio y el propio internet. Digo lo mismo que
con la cuestión del cerebro: yo disfruto de las redes no hago literatura
hablando de las mismas, no me detengo hablando de las propiedades del vehículo
sino que viajo y visito lo que es vehiculizado por esta herramienta. Aunque
admito que algo de la naturaleza de lo que puedo ver a través de internet tiene que
ver con la significación de la técnica que lo hace accesible.
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