EMILIO LLEDÓ.
Días y Libros
La materia de la que habla
la obra de Lledó es para mí muy suculenta: Logos, ética, palabra, Poesía,
Memoria. Pero el atractivo final de una obra, aunque sea la de un filósofo,
depende bastante de la audacia literaria, del poder persuasivo escritural. En
este volumen que recoge el grueso de reseñas y artículos que Emilio Lledó ha
ido escribiendo a lo largo de toda su vida, el carácter urgente y sintético que
tales formatos exigen, facilita que la
escritura adquiera precisión, rapidez discusiva y ello “fuerza” a Lledó a ser
brillantemente explícito. La selección parte de los años cincuenta y llega
hasta la década de los noventa. El rigor conceptual, la variedad y altura
temática de esta nutrida antología hacen siempre interesante la lectura de sus
casi 500 páginas, por las que desfilan Heidegger, Gadamer, la filosofía de
Platón y Aristóteles, cuestiones educativas, hermenéuticas y consideraciones
sobre traducciones de obras filosóficas, entre otras variadas cosas afines.
JOSÉ ÁNGEL VALENTE
Fragmentos de un libro futuro
Pocos son los poetas o
escritores que se hayan atrevido a escribir, ni más ni menos, que de la
resurrección. Lezama Lima lo hizo en algún sorpresivo y fugaz pasaje de su obra
poética; Valente, en esta suerte de proyecto de libro se ubica no en la circunstancia
inédita de la muerte, sino en ese momento de brumoso retorno a una realidad
nueva y desconocida tras la desaparición terrenal. Como un balbuceo, como un
palpar con los ojos semicerrados el entorno que paulatinamente se va
vislumbrando, describe el poeta el resurgir desde la tiniebla absoluta, cómo el
sujeto aturdido emerge del limbo sin atreverse a reincorporarse a un mundo del
que desconoce su naturaleza y horizontes. El sujeto plural de estos poemas se
mueve entre tiempos distintos, instantes de revelación en los que el futuro ya
se vivió y el presente se abre como un abanico de emprendimientos
insólitos. “Arde lo que ha ardido”, dice
Valente en uno de los poemas, trascendiendo el curso temporal de la existencia,
estableciendo un salvífico puente entre lo que ha sido y lo que iba a ser, creando un nuevo tiempo de experiencia a partir de lo ya vivido, teniendo en cuenta la presión de la promesa o la destinación.
Libro breve y asombroso con
el que Valente se despidió de nosotros, y que abre todos los signos
interrogativos a los lectores del devenir: ¿límite de lo decible, propuesta
inventiva, reto a intérpretes de la palabra, libro sin fin propiciando
alternativas imposibles?
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