Si
invocamos un componente formal de la obra artística como es el “ritmo”,
enseguida tendremos en mente la composición musical o, a lo sumo, quisiéramos
identificar el dinamismo de las composiciones artísticas modernas con ese
elemento como su más importante factor.
Pero
hay ritmos lentos, etéreos, infrecuentes, divisamente calculados hasta la
molécula inicial. El ritmo no es asunto
exclusivamente musical. También el arte figurativo puede hacerse acreedor de
ritmos según los relieves, las formas, los colores que ponga en juego, o cómo acontezcan las figuras en el escenario
representado.
Esta
imagen representa a un cazador o cochero manejando a unos perros. La imagen en
general, pero sobre todo, la imagen del hombre, asume cierta articulación
rítmica. Observo una suerte de ritmo estático, que puntean los rombos rojos, hábilmente
simulados en distintos componentes de la imagen. La figura del hombre, blanda y
rígida a la vez, por el aspecto estereotipado del rostro, me hace pensar en
maniquís y en la pintura de Magritte. Se
diría que parece levitar ligeramente. Los rombos rojos que “suplantan” o en que
se convierten las solapas, las mangas del traje o los extremos superiores de
las botas, accionan como por segmentos esta figura humana que en la torpe forma
de empuñar el látigo está mostrando la fragilidad de su figura entera, su
génesis mecánica.
En
esta imagen los tres ases imponen dos superficies de lectura: la que los
propios ases evidencian y la convergente, la que integra lo que salta a la
vista con el resto de la composición. Las
tres contundentes sombras de los ases gravitan sobre el primer plano de la
visión, aplastan al resto de la imagen en la que de paso, ubican sus cuerpos en
huecos hechos a medida. La verticalidad de los ases casi fragmenta la imagen en
dos articulaciones cuando lo que se quiere es que la imagen funcione en su integridad.
El efecto estereoscópico muestra sin pudor sus trucos al tiempo que camufla su
objetivo en las propiedades de lo representado. Su presencia indica la dinámica
de una estrategia visual, lo que supone que toda imagen implica un mensaje
pendiente de descifrar.
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