SER FELIZ
Acaso quiero ser feliz,
o creo que merezco serlo,
no para, meramente, disfrutar
o exaltar los instintos,
sino para dar testimonio de ello,
para afirmar que las cosas son nuestras,
que merecemos que lo sean,
que el oro del día y el viento nos pertenecen,
que el agua y el sol justifican su presencia
por nosotros,
que somos el testigo supremo de lo que ocurre,
y un misterio emocionante articula nuestros momentos
de mayor invención y atrevimiento.
Merecemos ser felices
porque ese es el destino del juego de vivir,
la estación luminosa de un viaje que se renueva,
y del que somos los únicos soberanos.
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