martes, 1 de septiembre de 2020

CRISTINA PERI ROSSI EN EL SANDUNGUERO NAVÍO DEL TIEMPO

 


Siempre resulta grato leer a  Cristina Peri Rossi: el humor y la inteligencia con que afronta sus temarios hace que cada poema suyo fluya placenteramente en la lectura, satisfaciendo siempre las expectativas del lector que se ha acercado a su obra conociendo sus claras reivindicaciones ideológicas. Es curioso. Sin reparar en escalafones literarios ni en sublimidades de estilo, la poesía de Peri Rossi, que ha merecido sucesivos premios, ganados en años pasados, es de las pocas que responden, generalmente, al nivel creativo que sus seguidores esperan. Yo, que he leído con gusto su prosa, no he podido encontrar selección más óptima de su obra poética que esta sabrosa antología.  Y siendo ajeno al tipo de reivindicación que la mayoría de sus poemas manifiestan, no he podido disfrutar más de un mundo poético tan sustancialmente moderno: ambientes urbanos y bohemios, soledades amorosas, deambuleos por ciudades y hoteles, cosmopolitismo, orfandad espiritual de quien se siente extranjero en todo lugar, condicionamiento íntimo de la felicidad por las demandas del deseo erótico no satisfecho, generosa recepción de la cultura en sus manifestaciones varias como contrapeso a las melancolías del paseante solitario que es todo poeta, etcétera.  La suma de estos aspectos conforman la constelación de motivos del sentimiento moderno poético, y Cristina nos los muestra en una apretada y lúcida vivencia personal y escritural. Imagino a nuestra vate, venturosamente saturada, divinamente inflamada de literatura.

Aquella vibrátil agudeza que un Julio Cortázar supo trasladar de su prosa a la poesía, ese tipo de escritura efectiva, siempre brillante, es la que capto aquí, adaptada a los distintos contextos. Y, recordando de nuevo, desde qué lado o “parte” escribe Peri Rossi, tal condicionalidad se hace convergente y su propuesta,  aceptable. Por ejemplo, independientemente del hombre, del propio Adán, o bien,  junto con ellos, Peri Rossi, reclama para las primitivas madres de la creación  la auténtica colocación del nombre primero a las cosas:

las madres… que bautizaron los ríos, los árboles y las plantas….

Por último, y creo que podría haber comenzado mi reseña por este punto, por este matiz, confirmar una singularidad: desde la poesía, Peri Rossi, lo que reclama, percibe o ve, lo manifiesta hasta  saturar y agotar las propiedades de esa presencia. Racionalidad y sentimiento a partes iguales, dosificados por la imaginación, producen esta ristra de brillantes poemas en los que nada falta ni sobra. Es la Literatura en persona, quien presta a Peri Rossi toda esa sagacidad.

 

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