martes, 15 de junio de 2021

Z. Jorge Riechman. Premio de Poesía crítica.




No sé hasta qué punto Riechman es un poeta, creo que más bien habría que considerarlo un productor de textos poetiformes y aforísticos. Aunque, en realidad, a estas alturas de la película, tampoco importa mucho: si eres creador de un texto cuyo contenido impresione o descubra algo a alguien, ya puedes considerarte que has cumplido, que has llamado la atención sobre algo o rescatado un matiz importante sobre cualquier materia de las que surcan nuestro dígitomundo.

En este poemario  Riechman pone el grito en el cielo por el lamentable futuro que le espera a nuestro planeta con nosotros dentro. Ser ecologista hoy no puede sino convertirnos en apocalípticos, pues estamos vendiendo nuestra salud al transformar, concienzudamente, la tierra en un basurero.

Ya no hay tiempos para el drama ni para enjundiosas metafísicas: hay que actuar. Y en esa acción está incluido como condición ineludible para el mejoramiento del mundo y de nosotros mismos, el pedir perdón a la propia naturaleza. Riechman lamenta en este punto que nuestro gallito laicismo haya despedido presuntamente, para siempre, a los dioses, que hayamos liquidado esa asunción moral.

A alguno estas incursiones de lo ecológico en la poesía podrían parecerles  panfletarias. Pero sospechando que lo imposible puede ocurrir, creo que las agudas observaciones de Riechman están cargadas de una razón urgente y angustiada.   

 

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