BORGES
PROFESOR
Casi
podríamos afirmar que nos encontramos con un libro inédito de Borges, si
tenemos en cuenta la esforzada labor de quienes han revisado las transcripciones
y notas de unas grabaciones perdidas sobre el curso de literatura que el
escritor argentino impartió en Buenos Aires en 1966; pero no, más bien estamos
ante un notable documento borgiano, pues el texto de este “libro” no lo escribió Borges, exactamente, sino que lo dijo…
La
fidelidad transcriptora de los amanuenses ha sido tan pulcra y concienzuda, que
leyendo estas clases, estamos escuchando a Borges nítidamente: la famosa
adjetivación y la escuetez reveladora se combinan con cierto aire más
ingrávido, más alusivo que definidor, típico de la exposición oral que no
traspone su objetivo, a pesar de ello, el vaivén borgiano siempre tan sugerente
como alejado de formalismos.
Al visitar
estas páginas, escuchamos de pronto a Borges que emerge del tiempo, que retorna
hacia nuestra atención agradablemente sorprendida y nos propone obras y autores y un análisis
somero de circunstancias sociales y culturales. El experimento ha dado
resultado: un Borges oral nos remite, lúcidamente, al tesoro histórico de la
literatura escrita.
O. EXORCISMOS LITERARIOS. Guillermo Cabrera Infante
Dos auténticas
demostraciones virtuosísticas – O y Exorcismos – recoge este volumen de la producción del autor cubano en los
años setenta. En su momento, jamás leí a Cabrera Infante. Con el tiempo, me intrigó
el contenido de su obra, de qué aspectos o temáticas hablaría y cómo lo haría.
Estas dos piezas artesanales dejan bien claro cuál era el nivel crítico
paródico de Cabrera y su posición política sobre el fenómeno cultural. Resulta,
incluso, algo apabullante, la capacidad caricaturesca de su estilo omnímodo.
Cabrera coge de las solapas buena parte de la literatura contemporánea, buena
parte de la clásica y la moderna y somete las pretensiones de todas a una
versión propia a través de la gama infinita de todas las figuras retóricas
imaginables y la experimentación tipográfica. Veo en las numerosas para-reseñas que integran este volumen, una crítica al alto grado de complejidad que
la cultura moderna ha alcanzado, a sus tendencias elitistas y esotéricas, al
estatus demasiado solemne que ha representado la alta cultura.
LA
PESCA DE LA TRUCHA EN AMÉRICA. Richard Brautigan
Durante
algún tiempo vi este libro en algún rincón de las librerías, aparentando ser
novedad editorial o producción del autor anglosajón últimamente descubierto o
promocionado. Como el origen de las cosas es misterioso, confieso que el
descubrimiento de este autor ha sido reciente pero he olvidado cómo se produjo.
Quizá fue investigar en internet su curiosa biografía y su sorpresivo suicidio
lo que hizo fijarme en sus escritos. La cuestión es que tal y como la reseña de
la propia editorial nos dice, nos encontramos con el raro, muy raro libro que
lanzó a la fama a nuestro autor y estimuló que su singular obra continuara
durante una década y media más.
Cuando
una obra tan lúdica, surrealista y delirante como es La Pesca obtiene un éxito tan inmediato, es porque se parece,
secretamente, a la sociedad que se ha fijado en ella, porque señala cómo
funciona el aparato de los deseos y los sueños y qué destino contradictorio le
espera a tal cúmulo de complicadas aspiraciones.
Yo
diría que La Pesca refleja algo así
como un surrealismo local y natural, el que es propio de la sociedad
norteamericana y que tan bien ha reflejado el cine y las revueltas sociales de
los sesenta, marco histórico al que pertenece este texto. El onirismo, el sexo,
la crítica social y política hacen un popurrí que Brautigan va dosificando a
través de un solo motivo: irse de pesca a por truchas en determinados puntos
geográficos de Estados Unidos.
Brautigan
crea un mundo propio, lo articula a placer, no aspira a la gran literatura ni a
pedagógicas demostraciones. La Pesca
es una suerte de cajón de sastre en el que a través de la regularidad de un solo
motivo, el escritor va ilustrando los distintos delirios que tanto
identificaron a la sociedad norteamericana de aquellos años (1967). El marco
social de fondo de La Pesca es, por
tanto, el de la llamada hipi, el de la
revolución política y ética, el del rechazo a la guerra, el de un devenir
experimental en la mentalidad. La Pesca
no pretende ser reflejo canónico de todo ello sino quizá consecuencia de una locura
general y de una idiosincrasia tendente a lo excesivo y lo pintoresco.
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