Emilia pardo Bazán
GOTA PERDIDA EN EL INMENSO MAR
Abundan actualmente ediciones tanto de obras de Emilia Pardo Bazán como
sobre la figura y la biografía de la escritora. Su obra poética no es
precisamente de lo más interesante de su obra menos conocida. Esta breve
antología nos muestra la pericia de la autora gallega con las normas de la
métrica y sin resultar muy original en temas y tratamiento, sí que nos ofrece un
par de ejemplos que me han parecido, digamos, curiosos. Por ejemplo, el poema titulado La criada de Newton, un apólogo con
fábula final, o los poemas dedicados a las divinidades indias, que se asomaron
a las musas europeas en el primer romanticismo y que con los modernismos y
simbolismos posteriores, encontrarían tratamientos más sofisticados y
estetizantes.
Pero ha habido emotiva sorpresa final, cuyo efecto ha vuelto a convencerme de que todo texto mínimamente
comprometido con la belleza puede estimular nuestras esperanzas. La lectura del
poema Porvenir de la poesía, me ha
emocionado al coincidir con las noticias que vienen actualmente de Afganistán y
sentir, personalmente, el papel del poeta o del artista, en tales circunstancias,
bastante impotente:
Jamás de los poetas se extinguirán
los himnos. ….
¡Oh, bella poesía!
El poeta estudia los mundos
interiores,
Traduce al luminoso lenguaje de los
dioses del corazón
Los gritos, los ecos de los dolores,
Los sueños y las esperanzas,
Las dulces ilusiones, las dudas,
Las creencias, la vida y los amores.
Maggie Nelson
BLUETS
Diario de notas, sucesión de aforismos, ensayo de prosa poética, en fin,
la escritora y profesora universitaria norteamericana Maggie Nelson, ha
aplicado bien la fórmula: texto fragmentado y convenientemente numerado, cuyas
series tienen un motivo común inspirador de reflexiones y citas: la fascinación
que sobre la autora produce el color azul en cualquiera de sus encarnaciones
comunes, literarias, artísticas o científicas (medicina, física).
Esta articulación del texto en fragmentos breves, facilita la lectura y le
da al libro una apariencia muy atractiva, pues puedes detenerte donde te
parezca y anotar el número del párrafo en cuestión con el que te interese continuar
la lectura.
La edición es también una delicia, toda teñida de un suave azul que nos
aproxima sensorialmente al tema que obsesiona a la autora.
Lo que Maggie Nelson plantea, más o menos indirectamente, es si la pasión
por un color, el fervor dedicado a una tonalidad cromática concreta como es el
azul y sus variantes, puede constituir algo así como, más que una poética o una
suerte de ideología, una adscripción estético-filosófica que justifique,
incluso, el devenir de la biografía propia. No creo que se trate de una
trivialidad, sino que viene a constituir una apuesta más para investigar esos
misteriosos declives que atravesamos en la vida. Personalmente, me ha ocurrido
algo parecido: el azul me ha perseguido en el color que han ido adquiriendo los
distintos dormitorios que he ido habitado desde mediados de los setenta hasta
ahora. Sobre decir que el azul y el violeta son mis colores preferidos, también
relacionados con el signo astrológico.
Maggie Nelson para hablarnos de las incidencias de su vida y de la
presencia en ellas del color azul se vale de Aristóteles, Platón, Yves Klein,
Schopenhauer, Catherine Millet, Mallarmé, Goethe así como de las conexiones de
los varios azules existentes con la mística.
Hace una observación que reto aquí se compruebe seria e inmediatamente :
el color del coito, el color de Eros es la mezcla de la tinta y el rojo en un
océano turquesa, ya que hacer el amor tiene para nuestra querida y morbosilla
Maggie un color específico. Quizás podría explicarse de esta manera: la tinta porque
el sexo no deja de tener algo oscuro: dos cuerpos que se abalanzan uno sobre el
otro para comerse salvajemente; el color rojo aludiendo a la pasión desatada, a
la energía sexual; y el color azul turquesa porque todo ello, pasión, amor,
sexo, se vive como un sueño, como una realidad tan intensa que se separa de la
normalidad del resto. ¿Es así? Qué os parece, azulinos lectores. A comprobarlo,
pues….
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