CRÓNICAS Y ROMANCES DE MURCIA
La intuición casi nunca falla. En mi caso, cuando he sospechado algo
interesante y curioso sobre algún libro o artista, se ha cumplido en la mayoría
de las veces. Cuando vi este volumen en
el escaparate de un comercio murciano, lo que pensé fue lo siguiente: no
conozco a los autores, los sospecho locales, pero como la ciudad de Murcia, el
fenómeno histórico-cultural que es Murcia, representa algo para mí, eso
compensará tanto las pretensiones históricas como el nivel literario del texto. Seguro que por
tratarse de viejas historias de la provincia de Murcia, el libro ya cumple con
las expectativas y vale la pena adquirirlo. Pensado y hecho. Me llevé el libro
y ha sido uno de los últimos con los que me ha resultado más fácil disfrutar.
Paco López y Emilio del Carmelo, con sencillez y precisión, ensartan
romances, leyendas, crónicas e historias reales ocurridas desde el Medievo
hasta las últimas décadas del siglo XX en las distintas ciudades de la
provincia de Murcia. Tragedias, situaciones chocantes y absurdas, anécdotas,
personajes históricos y personajes extrafalarios, inundaciones, asesinatos…, nos
convencen del carácter a veces delirante que adquiere el entorno en el uno
vive, convirtiéndose en materia de creación literaria.
Hacer acopio de la información que la memoria guarda de una ciudad, de un
pueblo, de cualquier rincón habitable, nos introduce en ese ambiente mágico que
la narrativa guarda preciosamente; también
ocurre que sea la poesía quien a propósito del recuerdo popular de algo curioso
o desmesurado lo rememore de modo tan eficaz como es a través de las gestas
chocantes y mínimas de los romances.
El Tiempo despliega su cinta de
acontecimientos y lo hace en un lugar, Murcia. Si se tiene conocimiento
personal de tal espacio, de tal lugar, lo entrañable es un elemento más que se
añade al placer de la lectura.
ANTOLOGÍA TRADUCIDA.
MAX AUB
Si no fuera por la editorial famosa, y creo que, aun encima, este libro
editado en el 2004 sería ya conceptuado como “libro de viejo”. Aquí, Max Aub,
en uno de sus libros más raros y mejores,
nos muestra su destreza con el apócrifo, desplegando una curiosa serie que pretende atravesar
literariamente todos los episodios destacados de la historia.
Desde los tiempos faraónicos y el mundo grecolatino, cruzando el medievo
hasta alcanzar la Edad Moderna y Contemporánea, viajando por China y las Américas, el abanico
de nombres y de autores anónimos que Max Aub nos presenta – y crea, por no
decir, que se inventa - resulta tan curioso y completo como convincente. Esta
es una de las características sorpresivas que crea la imaginación literaria con
el consentimiento de la lectura entregada: la aceptación encantada de mundos y
autores fictivos. Quien lee, con más o menos reservas, pero con un grado alto
de confianza, acepta, acoge, disfruta y viaja, en consecuencia por el universo
que la lectura le está descubriendo. Y aunque sepamos que se trata de un
pastiche confeccionado a conciencia, la naturaleza de la ficción literaria es
de tal calibre que el disfrute y el interés no decrecen. La fe que el lector
deposita sobre el texto afianza y multiplica toda expectativa. Uno continúa encontrándose
con pensadores desconocidos, con poetas que se perdieron en los laberintos del
tiempo, con escritores que desaparecieron en el magma de la historia:
pensadores, poetas y escritores que no existieron nunca pero que la imaginación
ha dado poderosa carta de existencia virtual en el espacio de las letras.
Además, Max Aub se encarga de escoger bien épocas y nombres, títulos de
obras, epígrafes convincentes, contextos verosímiles para que ese hilo de crédito
en lo ficcional, en lo fantástico no pierda su continuidad.
De hecho, con los textos delante, uno se inclinaría con toda tranquilidad
a afirmar la existencia de esta constelación de autores tan raros o poco
conocidos.
Ahora bien, examinando de cerca los fugitivos textos que Aub antologa del muestrario universal, nos damos cuenta cómo el escritor se fabrica para sí mismo “breves ocasiones” en las que oponerse a un pensamiento que no le gusta, sea este imperante o no, descargando su propia ideología. Gracias a nombres de autores que no pisaron jamás esta tierra por la simple razón de que fueron inventados y no poseían otra existencia que esa, Aub lanza pullas a la iglesia, al cristianismo, a las poses intransigentes de la sociedad biempensante y a las convenciones del pensamiento común. Esta es la ventaja de protegerse con el sutil disfraz del apócrifo, aunque en ocasiones asome el plumero propio con cierta contundencia a través de alguna de estas invenciones. Entonces es cuando dan ganas de decir: Señor Aub, no, cállese usted y que hable su personaje.
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