martes, 30 de noviembre de 2021

MUSEO DE LA MIRADA

 


Pintura de Picasso.  La fuerza de este rostro picassiano no se obedece a un mero  geometrismo protestatario o rupturista. Su aparente simplicidad no emite un significado sencillo, precisamente. Todo lo contrario: nos lanza lejos, bien lejos, al mundo prerromano, al universo griego o ibérico de perfiles estáticos y rostros como máscaras. Ahí reside la magia del su pincel: en hacer emerger un todo de formas arcaicas que viven delante de nosotros. 




Realismo sensorial, plástico, virtuosístico de este artista belga del XIX. Genial detalle el de las manos y el rostro reflejados en el espejo. Aquí la rotundidad blanda de las formas nos hace ver la doble maestría del artista: representación de la realidad y plasticidad total de esa realidad (su suculenta artificialidad).




El poeta y pintor Dante Gabriel Roseti posa con un deje de voluptuosidad melancólica: la que se deriva de una sensibilidad exacerbada por el amor total y el opio. Me impresiona el grado de soberanía que un poeta que tanto escribió sobre el amor, ostenta con aparente desdén, presto, sin embargo, a ser arrebatado por los fantasmas de una amante suicida. Con una sensibilidad tan cerca de los extremos, él también intentó suicidarse. Drogas, sueños, amores difíciles, profetismos envueltos en nieblas: ese es el mundo de los artistas prerrafaelistas, a los que él perteneció.   

 



Atardecer de Felix Valloton. Lo cálido y lo frío mezclados en una imagen que aprovecha la conjunción de las formas a grupos de color y líneas. Esta imagen está reclamando cierta sugerente música de renacimiento o recogimiento interior. Cierto rasgo amargo sobrevuela la superficies. 





Navegamos en lo tautológico: una foto antigua que nos muestra formas y objetos antiguos. Pero la antigüedad de la foto es más vieja que la de las estatuas, paradójicamente: el arte clásico trasciende el tiempo.





Insólita perspectiva de la figura de un Ibsen paseante  que ignora la posición del objetivo fotográfico. Quién le iba a decir al dramaturgo sueco que un joven inquieto que posteriormente se haría famoso en los ámbitos experimentales de la física, lo fotografiaría con una de las cámaras más pequeñas existentes a principios del siglo XX.  La imagen resultante es tan curiosa como extraña. 





El emplazamiento mágico del monasterio no obedece sino a la ensoñación romántica. ¿Cómo orar con el ruido continuo de las olas sobre uno? Ahora bien, quizá este retiro enfrente o sobre el mismo mar, sea el ideal para entregarse a las venturas de la otra vida: el mar llama al infinito, al abandono, a la disolución de límites. 






    Una bella rubia se entrega con placer a los besos de un enano. ¿Qué significa esto, qué mensaje advierto aquí: que la mujer, por muy atractiva y respetable que sea, puede entregarse a cualquiera; que la sexualidad de la mujer no tiene límites, que no los tienen las variedades del deseo? ¿Es admisible el mensaje: quién se burla de quién: la mujer, en el fondo, de su singular partenaire, o el enano de la presunta  libertad de elección de la mujer?




El vendedor de momias imita el sueño eterno de estas: o por aburrimiento porque no vende ni una, o por contagio letárgico de la monotonía eterna del desierto. 

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