REFRIGERIOS
El fuego se
ve pero no se toca.
Peregrina
al centro de ti mismo.
Yo mato por
el bienestar social, decía un criminal en serio.
En el color
violeta habita como un pudor noble y mágico.
Te surco a
discreción.
En el
apocalipsis se sabrá qué fue de tanta víctima inocente.
Yo lo sabía
todo.
El presente
tiene confluentes súbitos de otros tiempos
El único
gesto todavía significativo de una excelencia real es el de haber realizado una
acción noble.
El deseo sobrevive a toda sinceridad.
Ostentaba
la plasticidad propicia para manipular su esencia.
El futuro
de tu suspiro será la unión secreta de nuestros labios.
El calor
desfigura la faz de la tierra. El frío la comprime.
El amor se
desdijo y desapareció un cuerpo.
El sueño,
para descansar de uno mismo.
Nos
fascinan los clichés y los estereotipos en todos los órdenes de la vida.
Unos eligen
la excitación de las drogas, otros la
orgía de la violencia, tirando tiros por ahí. Yo necesito la embriaguez poética.
Una ola
cose el agua siguiente.
En la
normalidad se atisban abismos.
Del desamor
regresa uno extranjero de la vida.
Estar prevenido.
Pero lo metódico me cansa y aburre.
No puedo
imaginar posición más nula y humillante que la del del público asistente a los
concursos televisivos, limitados a aplaudir y encima cuando se lo mandan.
Con la
lluvia de películas norteamericanas funcionando todos los días a través de la
mayoría de los canales de televisión, la imitación europea de cualquier moda
que venga de Estados Unidos y la
atención exclusiva diaria a este país, estamos a esto de convertirnos en
protestantes. Lo único que nos queda para resistir son las fiestas locales.
Borges dijo
que Estados Unidos era un país muy raro. Lo dijo con toda franqueza. Aquí, nosotros somos tan estúpidos que
vamos a importar los asesinos en serie.
Gracias a
la moda homosexual hipsters de las barbas, el mundo se ha llenado de cabezas de
apóstoles.
Un extraño srtiptease |
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