ACOSO ESCOLAR
Rosa
Bernabé
Afirmaba el pensador
francés Michel Foucault que toda
relación humana es una relación de poder. Podría parecer más o menos sensato
aceptar el contenido de este enunciado, es decir, confesar que en sociedad las
cosas se efectúan de este modo. Desde esta perspectiva, lo que denominamos
acoso escolar podríamos contemplarlo como una suerte de aplicación perversa de
lo afirmado, independientemente de que lo que en realidad se trata es de una
grave anomalía en el ámbito de la educación.
Cuesta admitir y
resulta desagradable contemplar lo que en telediarios y programas informativos
se nos cuenta sobre casos concretos de acoso escolar. Ante la insólita gravedad
de algunos de tales casos que incluyen la muerte del acosado como sumun inimaginable
de los hechos denunciados, uno ya no piensa tanto en el dato teórico de que
entre las relaciones humanas se filtre un sadismo más o menos velado, tal y
como tantos psicólogos y críticos señalan, como en la extraordinaria
vulnerabilidad de una sensibilidad concreta, la del joven o preadolescente,
sometido a una situación de presión y crueldad soterrada.
Parece ser que es con
la entrada en el nuevo siglo (2000) cuando el fenómeno ha sido claramente detectado
como algo real y de preocupante gravedad para padres, alumnos y profesorado.
Sobre la naturaleza del
fenómeno, su historia reciente y el diseño de programas de prevención trata el
estudio realizado por Rosa Bernabé,
publicado por Anaya en su colección Pirámide.
La autora cita a los
primeros teóricos que captaron y definieron el fenómeno, añade después los
resultados de los estudios de otros investigadores y tras presentar qué medidas
generales se adoptan contra el acoso en cada una de las autonomías, propone un
marco de ejercicios concretos para el profesorado. Para Rosa Bernabé este punto
es clave en el estudio y prevención del fenómeno: la implicación del
profesorado.
Teniendo en cuenta que
el medio en que se produce el acoso puede volverse muy mimético, ya que se
produce a la sombra numerosa del alumnado, con la complicidad de algunos de sus
componentes, y la huida del acosado al silencio, es decir, a la interioridad
más pura y angustiosa, la acción del profesorado para advertir el hecho del acoso
se presenta como primordial.
Es en el ámbito
escolar, en el perímetro inmediato del espacio físico de la educación - zona de
recreo, aledaños del centro - donde se produce el acoso. En ese ámbito son los
profesores quienes se encuentran más próximos al alumno acosado que los padres,
aunque también es cierto que existen nuevas variantes de acoso gracias a la
utilización de las redes, como es el caso del acoso digital. Sea como sea, es a
la sensibilización del profesorado a quien se dirige el presente estudio con la
intención de que se produzca cuanto antes la concienciación y una reacción
importante.
La temible ambigüedad que presenta el fenómeno - presencia de signos no lo suficiente manifiestos, testimonios confusos, carácter furtivo de las evidencias - es combatida con precisión en las propuestas formales que la autora presenta en su estudio. La intención no es otra que el acoso sea detectado, el profesorado se haga consciente de tan amarga realidad y se tomen las medidas correspondientes que también han sido debidamente calculadas y diseñadas. La exposición de Rosa Bernabé postula que, independientemente de la importancia de todos los trabajos realizados por los profesionales en estos aspectos, la implicación efectiva del profesorado se revelará crucial para combatir y frenar este tipo de prácticas denigrantes en el seno de la formación educativa de los alumnos.
1 comentario:
Tan preciso como acertado el comentario sobre este libro que, se espera, sirva de ayuda para la comunidad educativa.
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