Se insiste en que una de
las necesidades más urgentes en el ámbito de la educación es corregir,
solventar la falta de comprensión lectora.
Los políticos, los profesores
se están refiriendo a algo tan básico
e imprescindible, que su fallo en la actitud
de los jóvenes vendría a suponer, además de la ignorancia de todo mensaje o
contenido de obras escritas en todo género, un distanciamiento de la calidad crítica
europea, un suicida distanciamiento de nuestro linaje conceptual y cultural.
No es, pues, ninguna
nadería lo que se pretende corregir: la comprensión lectora se deriva del trato,
a través de la lectura, con los textos de toda índole y de su adecuada recepción conceptual.
Me atrevería a decir que
tener una deficiente comprensión lectora implica no poder acceder con plenitud
a los códigos reales de la cultura. Y esto significa no saber dónde está uno en
la organización del conocimiento, no reconocer lo que son nuestros referentes.
Cualquier habilidad es
ya un manejo resolutivo en el múltiple devenir social y cultural. La comprensión
lectora suma a nuestras habilidades prácticas, su engaste en un mensaje
general: el del orbe cultural europeo al que pertenecemos.
Tener una mala
comprensión lectora denota nuestro distanciamiento del mundo del símbolo, de
los mitos, de la herencia de los poetas, de la literatura en general, del arte,
también.
Tener una mala
comprensión lectora implica no saber habérselas con la horda de mensajes que
constituyen nuestra sociedad, no atrevernos a descifrar el gran mensaje que es
en sí toda la gran obra cultural de nuestro país o continente.
No tener buena
comprensión lectora es sustraernos a las delicias del placer del análisis
intelectual, quedarse a los bordes o fuera de la incursión en el acontecer
estético de toda obra literaria, plástica o musical, incluso.
Tener una mala
comprensión lectora, pues, no es una nadería, o una obsesión de profesores ante
el estado disperso de las humanidades. Significa, en último término, autoexcluirse de la extraordinaria tradición
cultural de Occidente, o colocarse ante la misma como un extraño.
Tener una mala
comprensión lectora es preferir la ignorancia, la cuasi indigencia lingüística ante
la riqueza que soberbia y soberanamente nos pertenece y nos identifica.
3 comentarios:
Chapeau!
Una gran masa de ciudadanos con “mala comprensión lectora “ :
Ahí es donde triunfan los mensajes simples de los populismos neofascistas.
“Hagamos Vetusta grande otra vez “
“Liliput para los liliputienses “
Bueno, ese es el mensaje idiota de un Tramp, para no ir más lejos.
Saludos, Jesús.
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