jueves, 11 de julio de 2024

UN PAR DE NOTAS PATAFÍSICO-FUTBOLERAS.





A veces, en los momentos y lugares menos esperables, la observación sorpresiva salta. Viendo el partido de la Eurocopa entre Hungría y Escocia, el comentarista dice: - Ya sabes que a cámara lenta todo se falsea.

Me chocó semejante afirmación, pues se supone que los movimientos de juego no muy claros, o poco perceptibles a primera vista, suelen comprobarse a cámara lenta. Lo curioso de esta observación es que yo ya había llegado a la misma conclusión hace un tiempo. La cámara excesivamente lenta, pues ahora la ralentización de la imagen puede multiplicarse con respecto a cómo se efectuaba hace unos años, al retrasar de tal manera los impactos en los movimientos de la ejecución de cualquier deporte y especialmente en el futbol, lo que consigue no es la dilucidación del alcance de los impactos sino la desrealización de los mismos al dispersar el efecto de los choques o impactos varios. Hemos llegado a tal fineza tecnológica que ya no vemos la realidad física del choque o no de la jugada, y necesitamos por ello retornar a la fuente no manipulada de la realidad: una grabación normal de la jugada en cuestión. Esto implica algo chocante a tener en cuenta: que la técnica que se supone registra impecablemente la realidad, puede llevarnos a resultados confusos o completamente opuestos a los esperados.    

 




La otra observación efectuada por otro comentarista en ya no me acuerdo qué encuentro de esta Eurocopa es la siguiente: - Cuantos más jugadores salgan al campo, más espacio hay.

Apenas escuché lo que dijo el periodista, apunté la frase inmediatamente. Aquello me pareció, en principio, una suerte de greguería incomprensible e insólita, una de aquellas formulaciones paradójicas de los grandes filósofos de la antigüedad. Quizá cuando pensase de nuevo la frase la comprendería y ya no me parecería tan insólita. Pero no, tras memorizarla y enfrentarme al misterio de su concepto, su extrañeza no sólo no desapareció sino que hizo surtir más discusión en torno a su explicación o comentario.

Podríamos decir que si hay pocos sujetos desplazándose por el campo, más espacio les corresponderá a cada uno: más espacio para articular el juego y efectuarlo. ¿Simplifica esto la captación de las consecuencias de la frase?

A menos sujetos moviéndose por el campo, más espacio tienen que cubrir. Esta sería una de las implicaciones relativas a las variabilidades de la frase original. El control del espacio sería más complejo pero el placer individual como compensación a la mayor responsabilidad en el juego - por decirlo así -  disfrutaría de mayor señorío. Pocos jugadores, dispersos por el verde de la hierba parecen prometer escasa emoción y relativo riesgo en las jugadas.

Pero cómo explicar que el espacio se multiplica con un mayor número de jugadores en el campo sin modificar nada de lo que en principio teníamos.

Bueno, en realidad el espacio es el mismo. Lo que ocurre que un mayor número de individuos moviéndose por el mismo lo agosta, lo limita y por ello tanto el ritmo como el riesgo del juego se incrementan.

A mayor número de jugadores, el espacio parece fragmentarse y por lo tanto difuminar sus límites. Pero, lo numeroso de un espacio, es decir, los elementos individuales que se encuentran evolucionando por un espacio dado ¿se definen por una cuestión cuantitativa o una determinación cualitativa? ¿El espacio crece con más integrantes vivos en su superficie o simplemente parece más animado, más vívido debido al número de tales presentes?

 



Si disponemos de un espacio dado, su unidad o integridad ¿depende del número de elementos semejantes que pululen dentro de él? ¿Tiende a multiplicar sus dimensiones estando ocupado de esta manera o lo hace de un modo claro al estar vacío? La atomización del espacio ¿implica su multiplicación o sus dimensiones no varían al segmentarlo hasta el infinito?

 

¿Es sólo una impresión que el espacio se multiplique al hacerlo el número de jugadores? Al ser muchos los jugadores en movimiento, cada uno parece encarnar un punto o una dimensión concreta de tal espacio, lo que implica que el dinamismo haga plástica la imagen más estática de un espacio con pocos jugadores o ninguno.  

El fragmento de espacio que pueda asignársele a cada jugador por su mera presencia en el campo, por ocupar con su cuerpo una porción limitada de espacio, parece provocar que se sustraiga a la unidad perceptible del espacio total, pues el movimiento y el número creciente de jugadores hace ininteligible una imagen estática del espacio como referente autorizado de…sí mismo.

Si el espacio es los jugadores que se mueven por él, entonces no habrá márgenes perceptibles de ese espacio trémulo y metamórfico, sino un cómputo de lo que fue el espacio vacío de jugadores que nos sirva de punto de partida para calcular lo que fue ese espacio y la cantidad de acontecimiento que puede albergar.

Pero, curiosamente, lo que se afirma es que la naturaleza del espacio depende de la cantidad, precisamente, de acontecimiento que se produzca en él a través de un número correspondiente de jugadores.

¿Ocupamos meramente el espacio, o lo articulamos, lo hacemos inteligible, lo multiplicamos al movernos a través de él? ¿Multiplicamos, pues, los términos espaciales al incorporar jugadores al campo?

Cuantos más individuos ocupen un espacio, mayor incremento de lo anecdótico, más posibilidad de que algo suceda. Ocurre, al menos, la cantidad de sujetos moviéndose por un espacio que en principio podría haber estado inercialmente vacío.

Es por esto que la cantidad de sujetos moviéndose por tal espacio hace a este más vivo, más animado, un espacio multitudinario. Esto respondería a la observación del periodista. Se trata de una falsa impresión que parece modificar las dimensiones espaciales, pues aunque existan más elementos, su tamaño físico no se altera: lo que sí parece transformarse es su capacidad de representación.  Claro, un espacio con un par de elementos no expondrá en su superficie sino la variedad de relaciones geométricas y matemáticas que ese par de solitarios elementos sea capaz de generar. Con una veintena de elementos, el espacio se cubrirá de posibilidades de relación, puntuales y teóricas que antes no se daban. Todo es muy lógico.

¿Hasta qué punto movimiento, variabilidad de localizaciones, diversidad en la imagen se identifican con la expansión física de elementos en un plano, en una superficie, en un espacio?  Esta es la cuestión. Pues ¿podría un espacio “modesto” con escasos y dispersos elementos en su seno, producir tal variación de perspectivas capaces de organizar lo que llamaríamos con toda la seriedad del mundo, un relato de sus componentes? Aquí nos saldría una respuesta cuya frase, en otros contextos, llamaría a la pícara distensión: el tamaño no importa ante la existencia de elementos móviles, sean cualesquiera, en un espacio dado.



No hay comentarios:

ESCAPARATE

      CARTAS A UNA JOVEN POETA Rainer Maria Rilke   La anacronía de ciertos autores puede, súbitamente, trocarse relativa según la i...