LAS ESENCIAS EQUÍVOCAS
Napoleón
no era francés, era corso.
Hitler
no era alemán, era austríaco.
Saladino
no era ni persa ni iraquí, era kurdo.
Velázquez
tenía sangre portuguesa.
El
españolísimo Capricho español, fue escrito por un ruso.
El
gran cantante francés, Charles Aznavour, es armenio.
El
mejor fotógrafo turco, Ara Guler, es también armenio.
Y así,
interminablemente.
TELEIMBECILIDAD
La
locura de los medios es la de pretender retransmitir lo que ocurre – todo lo
que ocurre – en tiempo real. Convertir el mundo en espectáculo, equivale,
éticamente, a aniquilarlo. El funcionamiento de cadenas informativas que emiten
las 24 horas nos sumen en el éxtasis de la realidad continua, total. La
televisión se erige en la herramienta de la realidad convertida en hiperrealidad.
El acontecimiento será mediático o no será. Gloriosamente, la telebasura ya no es ni entretenimiento, sino dosis de
puro chisporroteo telefantasmático para el teleadicto. La perversión es la de filmar el
acontecimiento en el mismísimo momento en que se produce. Idiotizante y triste
la vida del “homo televisiorus” que no ha asistido toda su existencia sino a la
filmación de cosas y ruidos. Recuerdo aquella cita en el diario de Mircea
Eliade, cuando anota su primer encuentro con un aparato de televisión en
un hotel, y escribe que, tras media hora de visionamiento de lo que estaban
dando, aquello no había sumado una sola partícula crítica al conocimiento que
ya tenía sobre el mundo.
ATUENDOS
PILOSOS
Este
fin de semana, observando a la gente por la calle. Proliferación de barbas, de
ese tipo de barbas picudas que hace pesadas cabezas de apóstol – apóstoles en
bermudas - . Ahora resulta que no son los árabes quienes llevan barba, sino los
jóvenes españoles. Schopenhauer detestaba las barbas, pensaba que eran una moda
bárbara, que el hombre barbudo, en vez de emitir una imagen venerable, se
acercaba al mono.
En pleno verano y con la que está cayendo, me intriga observar que, del mismo modo que las mujeres árabes van tapadas de arriba abajo y no parecen sufrir gran incomodidad, o lo simulan bastante bien, los jóvenes españoles tampoco parecen mostrar gran molestia o calor con su nueva apariencia. Cómo las normas culturales y la pasión de la moda pueden más que las meras reacciones físicas y las educan.
En pleno verano y con la que está cayendo, me intriga observar que, del mismo modo que las mujeres árabes van tapadas de arriba abajo y no parecen sufrir gran incomodidad, o lo simulan bastante bien, los jóvenes españoles tampoco parecen mostrar gran molestia o calor con su nueva apariencia. Cómo las normas culturales y la pasión de la moda pueden más que las meras reacciones físicas y las educan.
LIBROS DEFECTUOSOS.
Me
compro un libro de artículos de Juan Benet. Cuando llego a casa me doy cuenta
de que lleva 15 páginas en blanco. Es como si una extraña intrusión hubiera
borrado las letras, provocando una blancura inquietante en la articulación del
texto, o como si las páginas en blanco también tuvieran su razón de ser y un sentido
oculto las hubiese colocado allí. Como el libro me ha costado barato lo
conservo como rareza, como ejemplar, quizá, único.
Me
compro El diario de Moscú, de Walter Benjamín
y percibo que la que tenía que ser la página 39 se convierte, para mi espanto, en la página 65. Como sólo falta esa página,
paso de devolver el libro, pero me atormenta que, precisamente en esa página, Benjamín
pudiera haber escrito su impresión más interesante del universo ruso, o anotara su
confidencia más secreta del viaje.
Hace
unos años me compré Locus Solus, de
Raymond Rousell. Cuando estaba frente al mostrador, a punto de pagarlo, se me
ocurrió abrirlo y hojearlo rápidamente, descubriendo un buen montón de páginas
en blanco. Alguien que estaba a mi lado me dijo, cuando denuncié el asunto al
vendedor: "no lo devuelvas, escribe ahí tú la historia". No, le repliqué, es que
lo que me interesa no es lo que a mí se me ocurra sino lo que se le ocurrió, precisamente,
a Raymond Rousell.
FRASE SORPRESIVA
Apartada
de mí unos metros, mi madre me dice algo.
Yo entiendo:
“No
me acuerdo de morir”
1 comentario:
Estoy leyendo -y releyendo- el Ars Fragminis del colega Jose maria piñeiro, interesante ramillete de aforismos, unos poeticos, unos filosoficos y cotidianos... y otros no muy de este mundo, quien sabe. Me recuerdan mis inicios de poeta, escribiendo juicios y pensamientos de este tipo, y me invita a seguir haciendolos ya que estos nos muestran imagenes del mundo real y surreal, en forma fragmentaria, como una sala de miles de espejos o fracciones de un paisaje cubista; pero sobretodo siento q este diario y manifiesto en forma de libro es una confidencia y defensa de los trajines q nos deja el arte de concebir y escribir poesia, cual todo, cual volatilizada en poeticos sueños, deseos y añicos. AMEN, ASÍ SEA... MOISES CASTILLO FLORIAN-PERU
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