ABANDONARSE
Son muchas las tentaciones
para abandonarse
y olvidarse de uno mismo.
El tiempo presente está
surcado de otros tiempos,
de brechas sonoras por las
que evadirse:
el pitido del tren lejano
que suena igual que hace
cuarenta años;
las risas callejeras de
alguna jovial dama
escapando de los pellizcos
de su acompañante
y que te retrotraen a una
excitante nochevieja
de 1978, nada menos, cuando escuchaste lo mismo;
la insólita música que
emerge de la ventana de tu vecino;
clarores difusos que juegan
en la fachada de enfrente;
el viento nocturno que silba
siniestra y románticamente;
el ruido de las cañerías que
te hacen pensar
en extrañas maquinaciones
urdidas por los vecinos
o por espíritus…
Qué es lo actual, entonces,
sino un bloque
atravesado de líneas y
excoriaciones súbitas,
el eje que articula
tus acciones
bajo un tembloroso palio
de
recuerdos y deseos postergados.
2 comentarios:
También un buen poema te lleva a esa estupenda sensación de abandono del cuerpo, donde el espíritu coge más fuerza. Buen poema, José María.
Gracias, José Antonio. Saludos a las Cerdanyolas...
Publicar un comentario