viernes, 17 de noviembre de 2017

GUSTAV KLIMT Y EMILIE FLOGE ENTRE LOS AZULES Y LOS DORADOS






Me encantan estas imágenes del pintor Gustav Klimit con su compañera, la diseñadora y modista Emilia Floge. Me hacen pensar en los artistas como en una suerte de aristocracia propia, una élite exquisita unida por un motivo común: la belleza. No es una casualidad que sean estas imágenes las que me suman en un estado de admiración y de melancolía: la época en que ambas personas, Klimit y Emil Floge, vivieron, experimentó todavía el arte como un lugar en el  que habitar y ser feliz. Siento admiración porque a principios de siglo el artista era un creador de mundos y eso era respetado; melancolía porque el aura que percibo al contemplar a esta pareja, esa tranquila exquisitez que emana de la soberanía de sus personas, me cuesta más verla en los artistas de hoy, o está más desdibujada por la violencia, por el prosaísmo de los tiempos que se viven. Estoy asumiendo estereotipos, desde luego, pero Klimt, su compañera, ese ambiente en el que viven y crean, incluso el escenario físico, me parece todo tan encantador como irrepetible.   




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