Mi
amigo Moisés Castillo (Trujillo, Perú) me envía un texto difícil, lleno de interrogantes
y deseos de plenitud y entendimiento cósmico. No podría encararlo críticamente,
al modo usual, porque Moisés Castillo es un poeta situado en la conjunción de
espiritualidades y él mismo es quien se hace cargo como poeta atento a tales
flujos simbólicos de este eje tan
suculento y prometedor como imposible y quimérico: Occidente y América, la Cruz
de Cristo y nuevos horizontes gnósticos, espiritualidades del futuro como
lúcida síntesis de una tendencia que ha filtrado conocimientos y devociones de
todos los puntos planetarios.
Con
el nombre de Isis Moisés Castillo aúna a todas las potencias, a todos los dioses
y diosas en una sola; bajo Isis podría estar la Pacha Mama, Astarté, incluso
Afrodita con la intención de evocar un único nacimiento de seres nuevos, de
criaturas que amen la belleza pero también a sus prójimos, vengan de donde
vengan. Un poeta plantea un problema religioso y esto siempre puede resultar
enormemente denso si, además, uno ha valorado qué tenor ilumina al escritor y
qué grado de sinceridad e implicación son los que se proyectan en este canto
deseoso y convulso. En realidad, mi amigo poeta ya inventó un término con el
que dirigirse al complicado mapa de espiritualidades y culturas en liza: Caosmos, que fue también el título del
libro a través del que lo conocí cuando nos visitó aquí, en Orihuela, en
España. El vocablo es pues tanto el interesante epígrafe de una obra de poesía
como todo lo que lúcidamente se puede decir del perfil de los nuevos tiempos. Caosmos es tanto un lugar real, nuestra
tierra poblada de cultos e imágenes múltiples buscando acomodo en el ánimo del
hombre y de las culturas, como un
concepto provisional de mundo.
Creo
que la postura y el deseo de Moisés es paradigmático. Es decir, no hay
imposturas misticoide. Moisés escribe desde una tierra ya fuertemente mestiza y
pródiga en misterios. Toda una constelación de dioses arcanos danzan a los
márgenes desde donde nuestro poeta emite su canción y expone sus dudas. La
familia de nuestro poeta pertenece a una comunidad cristiana muy activa y creo,
de verdad, que el espíritu les bendice a diario dándoles fuerzas y fe. Exhalan
harmonía y esto es más que una confirmación de su satisfacción y plenitud
interiores.
¿Se puede conjuntar sin más a Isis con Ra, a Ra
con Huitzilopochitl, a Huitzilopochtli con Júpiter, a Júpiter con Jesús? Para
Moisés Castillo esto no es una pregunta retórica. Teniendo en cuenta sus
orígenes, su tierra, la hermandad espiritual que le rodea, su tesitura es una
expectativa que el tiempo y el alma de los hombres resolverán.
Pido
que los textos que siguen se lean teniendo en cuenta estos condicionamientos
reales, que se procure discriminar en qué punto el poeta que vive en aquellos
lares peruanos, es sincero y sencillo en su preguntar, en su desear. Si Occidente
ha comprendido los haikús japoneses, está obligado a entender qué se exhorta
desde la América hispana y su laberinto de identidades y máscaras votivas, de
cultos híbridos y dioses en significativa convulsión.
“ISIS RESUCITADA, y otros poemas” (a la Estrella de
mi Ser)
Por moises castillo florian ©
“Carne baldía…
Hay que aferrarse al Espíritu
Del Amor.
Así nos duela el Espíritu
Del Amor,
Día tras día…”
(Zenón Lakar)
ISIS PERDIDA…
Isis perdida, extraviada...
En alguna galaxia
De la memoria y el ser.
¿Dónde hallarte, sino puedo olvidarte,
Pese a la Nada y la Ilusión?
Sólo le pido al Ángel del amor
Y, a la Esfinge de esta soledad…
Me ayuden con tu fuego, que me
Hiere como a un Cristo enamorado
Y descrucificado, una y otra vez…
-Mi amor por ti, es un Sol de mediodía: nunca declina… Y si lo hace, es
para besar la Luna llena de tu sonrisa. Mi amor por ti, crece y crece, como la
pena de no tenerte, para mirar el cosmos, en el cielo de tu mirada… Cuando te
reencuentre, te amaré sin relojes. ¿Cómo negarlo, y no poetizarlo, hoy, como
ayer y mañana y siempre? ¡Ahora o nunca jamás. Amor de eterno presente!
-Se que no estás, y tardarás un poco en llegar, detrás de mi Numen… No, no
voy más lejos de ti. Vuelvo a indagar en el tiempo y espacio, de tu ser con mi
ser: la gran verdad o falacia de este amor. A mirarme renacer en tus ojos de
vino y en tus labios de miel. ¡Vuelva mi exhausto amor, a encender el fuego de
tu templo de mujer!... Amén, amor, amén.
-Pese a esta Cruz, vivo y vibro por ti… Lejanía, utopía o no: eres el buen
amor; la energía que incinera, incluso, este sol y ocaso de mi soledad. Me lo
dice el corazón, y el susurro del Nilo y del Chimor… Isis perdida, extraviada, en
mi propia confusión: en mi huerto no hay oro ni plata; apenas el buen dolor de
este terco amor, que te ama y te reclama, por doquier…
¿Es ilusión, acaso, que el terco Sol,
Ame a la sacra Luna,
Cada noche de plenilunio?
¿O que el dolor de mi alma,
Crezca y crezca, al no comer
El maná de tu cuerpo
Ni el prana de tu aliento,
Para vivir, siquiera,
Un poco de nada, nomás?
-Iluso me llaman, aquellos que no saben de la Rosa-Espina de este amor… Dios,
que me hizo poeta, sabe la verdad de esta Cruz. Tan sólo soy un obrero de la beldad
de tu ser… ¿Qué más puede decir, esta oquedad solitaria, Musa-Mujer, que
hechizas mis noches sin ti?... ¿Qué más, oh, ilusa luz, de esta pasión matinal,
que ciega y cura, este amor sideral?
-La garza del lago sagrado, se transfigura en ti… Eva proteica y virginal.
Isis poética, de mi Esfinge existencial. La garza y el amor: tú, sólo tú. El
pez devorado: yo, sólo yo, para ti… La lluvia y sus gotas; la poesía y sus odas,
nos hagan existir, para libar esperanza, y así, persistir, persistir… Y
esperar, esperar…
-Amor, ilusión y tormento… ¿Compañía y soledad de un momento sin tiempo?
“La saudade del desamor”, gime el poeta hermano, grita el silencio amigo…
Mientras, las garzas de la Pachamama, sobrevuelan mis ideas, y las flechas de
este Eros y Tanatos, picotean mis heridas, lejos del hechizo de tus ojos
brujos, junto al Aum y Aleluya, de este presente que, todavía es, desasosiego y
desamor...
¿Historia de un poeta deiCIDA?...
Encadenado a tu senda y sino,
Espero y camino; desespero, borro
Y re-ando, mi propio camino…
Malherido, ya he hollado,
El este y oeste, el norte y sur
-¡Ay, cuántos Polos Nortes más,
Crucificará nuestra Cruz del Sur!-
¿Eres, aquel lejano Puerto-Destino,
Que siempre re-andaré y desandaré?
Mujer de agua y tierra; milagrosa
Musa, para mi océano de naufragios.
Para mi isla, llena de náufragos,
Que todavía quieren amar…
Isis… ¡Ay, Vía Crucis mía!
Deseo matarte, asesinarte,
Para luego, resucitarte;
Y así, lograr que ames y des-
crucifiques, mi divina orfandad.
¿Qué hago, qué hacemos con
La ajena y potencialmente mía,
Dioses y demonios de mis
Cielos e infiernos: Mi ser.
La mataremos anoche, y lloro.
La matamos ya, mañana.
Y reímos, de la nueva cara,
De esta inhumana soledad…
Amorosa carcajada cósmica.
¿Hasta cuándo este Verbo-Bestia,
Amará martirizar a la Isis-Bella,
Que no puede morir?...
(Me lo canta, un poeta enamorado,
Con su eros y su pathos deicidas
Y poeticidas. No sé, no sé…)
¿Qué haría yo, con otra
Mujer buena y bella…
Si tu bondad y beldad,
Quizá, estarían muertas?
Y, si no fuera cierto esta
Elegiaca premisa, qué vivas
Y nunca más mueras,
Ni siquiera de mentiras.
¡Eureka, enhorabuena, diosa y mujer!
ISIS REENCONTRADA…
Cusy, Isis, Coyllur…
Madre de las pirámides,
Mónada de los andes…
Pirámides de vino y de carne,
Para esta Misa media desierta.
Andes de amor y paz,
Junto a tu cuerpo-templo,
Donde volver a amar y adorar…
-Solidaria estrella, regia realidad, para este reino de soledad…
Des-ilusión, que ya fenece, ahogada por tu besar y tu abrazar. Diosa ancestral,
Luna virginal: amamantas la nostalgia de un herido desamor. Y soy, un Ollanta vencido
y vencedor, y soy la Bella y la Bestia, ineludiblemente feliz.
-Desiderata romántica, astro
sideral, de mi cabizbajo destino, de este karma-dharma, que hace mucho, sabe de
ti… Por ello, desciendo de mi Cima confundida, para ascender a tu Arcadia
espiritual. A tu cuerpo, que es mío y que no, porque es Samadhi e Iluminación.
-En tu Casa tan amada, en nuestra Cueva-Pacarina, he decidido anclar, para
no naufragar; y así, persistir, como una yerba, como una estrella, que es y no
es de aquí… Como un viejo Buda y un niño Cristo, para renacer en esta Navidad,
y muchas, muchas más. Felizmente, que tu fuego ya me guía, por la noche de tu
cuerpo, hacia el alma y el Nirvana de un Kundalini, que aún reza y pretende ser
feliz.
-“Todo es para bien, amor mío…”,
Me susurras al oído, amada mía.
Llamarada, que me quemas.
Eres el Gran Bien: bella flama
Para esta hojarasca y tempestad
De mi cuerpo y de mi alma…
Y me refugio, como un devoto niño,
Entre los cielos de tu vientre,
Entre los senos de tu espíritu,
Quien sabe, para renacer…
-Bajan, descienden, dos soles sagrados,
Dos lunas gemelas, tras el milagro de la Carne,
Desde el misterio del Espíritu…
Y soy una serpiente buena y bella,
Eternamente. Ahora mismo. Aquí.
-Yo, el verso tímido, todavía no nacido (“in-nacido”, ¿podría decir?)… Tú,
el Verbo, que me hace un hombre justo y digno, una vez más. Bella Palabra
perdida: ¡Hoy, te recuperé y resucité, beso a verso, entre mi caos y mi poesía,
una vez más! (T-04 y 10, Dic, 2014)
-Eres la Rosa de mi espera, la Mónada de mi ansiedad. Rosal de flores y
espinas, que sólo saben amar: la primavera se fue y tú llegaste, entre mi otoño
y soledad… Este verano de girasoles y colibríes, te verso, beso, y versaré. Y, ya
no muero más. La rosa real y verdadera, es la Rosa trascendente que guardo para
ti. No hago ni reescribo poemas, esta tarde tuya. Deshojo, decanto, el amor de
tu pasión y el poder de tus palabras, que me hacen delirar y renacer.
-Tengo una cruz, en medio de mi luz. Y tú me ayudas a llevarla, por
doquier. Maga, demiurga. Musa y poetisa, para mis caos ontológicos y frases
inexactas; para la Lengua, que se muerde y me quiere doler… ¿Eres, quién sabe,
la misma poesía, transfigurada, en mí, y para mí?
-Salvífico amor: en el dolor,
reconocí tus bellos pasos,
tras y delante de mí…
Así, me calzo tus sandalias,
para sólo seguir; y de rodillas,
para amarte y lavarte los pies.
-Quien sabe, eres ajena o prohibida; no lo sé… Pero arribaste a mi triste
reino, por las rendijas y heridas de mi virilidad. Igual, soy tan feliz, con
nuestra recién redescubierta femineidad.
(Trujillo, 14, 12, 2014)
-“Todo es bello, puro y bueno”, aprende mi alma de tu alma. “Todo lo demás
es vana ilusión”, aprendemos de la poesía… Allí, donde amamos, luego existimos,
desde antes de que el mundo sea mundo. Desde antes que tu beso sea verso, entre
las páginas blancas de mi corazón. (T,
15, 12, 2014)
-Eres la tierra que me adora, la estrella que me quema y me hace fenecer y resucitar…
Tus susurros y gemidos son el cosmos; aquel universo, que se hace grito y
silencio, en el lecho y templo del amor…
Contigo, amor de prana y pirámide,
De arcilla y desnudez…
Aún no sé, si estoy o soy de aquí.
Apenas sé, que soy la noche
Tras el alba de tu cuerpo con el mío.
Allí, donde jugamos a ser todo y nada,
Salvajismo y madurez…
Cómo amo y adoro, Isis resurrecta,
Tu gran bosque de palomas y serpientes.
Y esos huertos bellos e ignotos que,
Incansablemente, riegas y cuidas para mí.
(T, 18, 12, 2014)
ISIS HUIDIZA….
-Que vienes y te vas, y vuelves a venir… Visitadora y huidiza consorte del amor,
con su dolor a cuestas, claro está: Dolor de rosas con espinas, que no pican,
tan sólo arden: en mi frente, en mis labios; en el alma de mi templo y en el
corpus de mi espíritu. Donde suelo rezar por ti y por mí, y por el niño de tu
vientre y de mi renacer… Que ya no culpo a Dios, ni a la misma Nada, Fortuna y
Soledad... ¿Qué puedo hacer, junto a la Esfinge de tu enigmático Ser? Te puedes
ir y volver, nomás, ignoto, arcano amor de cuento y drama, de cielo, tierra y
teatralidad. Te puedes ir, brevemente o por siempre, pero en el jardín de mi
nostalgia, te amaré de vez en cuando, como la vez primera… Cuando me ahogue sin
ti, o grite el dolor en mí. No más…
-Niños, aves y estrellas, cantan y juegan, cerrando un año gregoriano más; un
“Año isiaco” inmortal … ¡Qué Osiris y Ollanta, es el Horus que anida en nuestro
Ser! La Luna gruñe triplemente. Aquella, que tu Venus y mi Marte, germinaron
para siempre, en nuestro interior. La Luna de dos locos detrás del sol, de
aquella, casi infinita soledad… Te puedes ir nomás, señora y dama mía, con mi
semen y mi saliva, y con mi Linga sagrado, entre tu Yoni bendito. Mónada
andina, ajena, pero mía, mía… Infinita eres, una y mil astros, para mi noche de
orfandad: Y vuelve a mí, nomás, si volvieras a venir, por estos charcos del
buen Amor. El Nilo y el Moche, bauticen y calmen estas sangres, estas aguas,
que aún fluyen y confluyen, gracias a tu miel.
(Trujillo, 30, 12, 14)
-Musa y estrella de mi alma… de mi negra noche, despertando a mi alba: en
tu vientre y en mi sueño, una niña llora y ríe por abrazarme. Como tú lo haces,
como el sol y la luna, las flores y
abrojos, lo hacen… Y acallas mi voz, y destrozas mi cuerpo, con tus besos y
abrazos… Así tú te marches, por cosas de Dios y del Destino, esa niña bella
–Indira, Chaska, Isabela-, nunca se irá de mi lado, como tú, quizás… Porque
ella está arraigada ya, en el vórtice y arcano de mi verso y de tu vientre. Ella
y el amor, desnudo y desenmascarado, son el verbo en nuestros cuerpos y
anhelos. Me lo dice un poeta enamorado y transfigurado, pero siempre, revolucionario.
Aunque hoy no estés, junto a mi aura y mi ansia, Isis de mis templos y proyectos;
te retraerán, la Rosas de mis sueños, las Espinas del recuerdo: En suma, el
Amor, que nos golpea, para bien.
(T-13-01-15)
ISIS MILAGROSA…
-I-
El milagro de tu vientre,
Es el niño deseado, hoy y siempre,
Desde antes de nacer…
Tu semilla y la mía:
Una sola maravilla y utopía,
Que amamanta a este niño
Mío y tuyo: del amor, que ya nos ciega
(y nos guía, a un No-sé-qué).
Entre Eros y Tanatos
Mil cupidos y una niña
Nos liberan de cárceles y cruces.
Nos liberta, el milagro y maravilla
De tu vientre, ataviado
De mi simiente y mi ser…
-II-
Hoy, no llegas a mi pecho ni mi lecho,
A mi gran necesidad de ti…
Pero sé, por demás, que estás allí,
Junto al todo y nada, mías.
Esto es: tú, y sólo tú, en mí…
Y, ahuyentas esta soledad
Malherida, casi muerta, por ti.
Te llamas, “Estrella de felicidad”,
Eres el milagro de mi propio milagro.
¿Qué más podría, esta niña de
Mis ojos, esta poesía de mis manos
Y mis labios, ahora y aquí, decir?
(T-16-01-15)
-Cusi, Isis, Coyllur: No hay estrellas en Trujillo… Ni en mi ansia, ni en
mi calma. ¿Eres tú el astro y la brújula, de mi génesis y apocalipsis? ¿La
ordenada galaxia, para el caosmos de
mi alma?... Amor, de las vueltas y las curvas de mi esquina dolorida… Cuerpo,
de tres espíritus. Espacio, lleno y vacío. Te borras y dibujas en mis poros
solitarios, pese a los potros del deseo y del sexo. Solitarios, de ti y de mí,
y de los poemarios, que me haces reescribir en tu piel y mi piel; en tu alma
gitana y profana, aferrada a la mía (con cadenas invisibles, no de aquí). ¿Nosotros,
tras el niño Dios y el Ser, que aún nos falta ser?... Eres el todo y nada, de
mi abismal Buda y Vacío: Gata y puma, toro y tigresa; faro, red y estrella de
mar, de mi viejo y vasto océano; la barca ebria, de este insondable Maremagnum, que nos enfrenta y
reconcilia, una y otra vez… (T, 30, 01,
2015)
-¿Eres mi karma y mi dharma, desde antes de nacer… Desde antes de
reencontrarte en este Paraíso caído, que deseamos rehacer. En suma: eres la
única estrella que me ama y desea, así como soy: plenilunio y amanecer… Eres, somos,
el Cielo y la Tierra, que se besan y abrazan, junto a nuestra devoción y
desnudez?... (T, 28, 02, 2015)
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¡Extraordinario!
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