martes, 25 de febrero de 2020

DESPOTRICANDO





Al parecer, el monstruoso acoso de Plácido Domingo a las cantantes que cayeron en sus garras consistió en la emisión de un par de piropos más menos encajados o mal comprendidos por las destinatarias (extranjeras) de los mismos. Tengamos en cuenta el suave donjuanismo del tenor español. Excusarse por decir piropos: este es el extremo insólito a que ha llegado el feminazismo, la ideología de género y, en definitiva, el pensamiento políticamente correcto, expresiones de un puritanismo inquisitorial que se revela como la mayor manifestación anti-vida de las últimas décadas. En algunos pasajes de El intercambio imposible, ya decía claramente el ensayista francés Jean Baudrillard, que vamos a la uniformación absoluta de los sexos, a una indiferenciación que aniquilaría toda especificidad deseante de los mismos, en la que la reproducción sería sustituida por la clonación.   Por lo visto, para los bestias seguidores de este pensamiento, la seducción consistirá, de ahora en adelante, en ejercicios telepáticos…. ¿Cómo es posible que lo que ha surgido para liberar a hombres y mujeres se metamorfoseé en todo lo contrario en cuanto se reduce a discurso, a flujo normativo secundado por los medios “biempensantes”?


Grecia reclama a Inglaterra partes de la fachada del Partenón, que los ingleses se llevaron de su sitio de origen, es decir, del Partenón, negociando con los, entonces, viles invasores, del país heleno: los turcos. Por un lado la acción violenta de los hijos de Alá y por el otro, la desfachatez de los ingleses, siguiendo sus costumbres de rapiña. Una doble circunstancia tan injusta como odiosa y encima tenemos que soportar la sorna de algunos comentaristas diciendo que esos fragmentos sustraídos del Partenón, están bien donde están: en el sacrosanto museo británico, depósito de los famosos robos de los pérfidos hijos de Albión. De algunos países tenemos que soportar su historia de latrocinios y agresiones porque nadie hasta ahora les ha puesto, de verdad, en su sitio. Los ingleses y los turcos, dos ejemplos de ello. Los ingleses: a robar a discreción por diversos puntos del continente; los turcos, entregados toda su vida a hostigar a la madre cultural de Europa: Grecia, provocando nula o muy poca reacción en el resto de los países.  Qué asquito.



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