Al
parecer, el monstruoso acoso de Plácido
Domingo a las cantantes que cayeron en sus garras consistió en la emisión
de un par de piropos más menos encajados o mal comprendidos por las
destinatarias (extranjeras) de los mismos. Tengamos en cuenta el suave
donjuanismo del tenor español. Excusarse por decir piropos: este es el extremo
insólito a que ha llegado el feminazismo, la ideología de género y, en
definitiva, el pensamiento políticamente correcto, expresiones de un puritanismo
inquisitorial que se revela como la mayor manifestación anti-vida de las
últimas décadas. En algunos pasajes de El
intercambio imposible, ya decía claramente el ensayista francés Jean Baudrillard, que vamos a la
uniformación absoluta de los sexos, a una indiferenciación que aniquilaría toda
especificidad deseante de los mismos, en la que la reproducción sería
sustituida por la clonación. Por lo
visto, para los bestias seguidores de este pensamiento, la seducción
consistirá, de ahora en adelante, en ejercicios telepáticos…. ¿Cómo es posible
que lo que ha surgido para liberar a hombres y mujeres se metamorfoseé en todo
lo contrario en cuanto se reduce a discurso, a flujo normativo secundado por
los medios “biempensantes”?
Grecia
reclama a Inglaterra partes de la
fachada del Partenón, que los
ingleses se llevaron de su sitio de origen, es decir, del Partenón, negociando
con los, entonces, viles invasores, del país heleno: los turcos. Por un lado la
acción violenta de los hijos de Alá y por el otro, la desfachatez de los
ingleses, siguiendo sus costumbres de rapiña. Una doble circunstancia tan
injusta como odiosa y encima tenemos que soportar la sorna de algunos
comentaristas diciendo que esos fragmentos sustraídos del Partenón, están bien
donde están: en el sacrosanto museo británico, depósito de los famosos robos de
los pérfidos hijos de Albión. De algunos países tenemos que soportar su
historia de latrocinios y agresiones porque nadie hasta ahora les ha puesto, de
verdad, en su sitio. Los ingleses y los turcos, dos ejemplos de ello. Los
ingleses: a robar a discreción por diversos puntos del continente; los turcos,
entregados toda su vida a hostigar a la madre cultural de Europa: Grecia,
provocando nula o muy poca reacción en el resto de los países. Qué asquito.
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