Como
un ariete de consignas superiores en cabestrillo.
La
acidulada memoria de las flores.
Común
sinonimia de lo comúnmente diverso.
El aire
se secciona a cada rumor, las estrías heroicas del verbo.
La aspiración
regia del garabato.
La
mañana resucitó sin darse cuenta.
El
fulgor no tiene principio ni fin.
Los
volúmenes arcádicos de la memoria.
Giraba
la hiedra lentamente a través de los eones umbrátiles.
¿Cuáles
son los créditos secretos de la naturaleza?
La
naturaleza simula geometrías para hacernos creer en su novela de siglos.
Sugeriría
condimentaciones infrecuentes para recomendar valoraciones menos simétricas
ante las operaciones más impetuosas.
Algo
así como la escenificación solitaria de un concepto o la esquiva proposición de
alterar el sentido de lo trasladado.
La
agitación intelectual como una de las muchas causas por las que ningún
ciudadano está dispuesto a desnortar el precipitado medianamente irisado de
vida una tarde dada.
La
vertiente inversa de lo que se propone admite secuencias de identificación
harmonizantes en tanto el grado de civilización de los oponentes propicie una
línea de mínima convergencia.
El
entramado polisilábico filtraba una estrategia de dilucidación súbita bajo el
aspecto normativo de una convención verbal.
Garantizo
una frecuencia vital allí donde lo físico no quiere vivirse sino como exudación
de la animalidad inercial.
Garantizo
lo contrario a una sequía de intenciones allí donde la secreción más banal se
concibe como verdad sacral.
Garantizo
una recompensa menos adusta a los que por pereza sentimental merodean los
caminos del crepúsculo y las bocas de metro.
Garantizo
un plenilunio de incidencias eróticas ante el triste negocio de olvidar nuestra
divinidad y persignarse, sin embargo, ante la caja fosforescente del televisor
todos los días.
Garantizo
una peripecia mínima de intensidad pura a quien corra el riesgo de someter a
una corrección orgánica las construcciones súbitas de sus oraciones
gramaticales.
Garantizo
la garantía de tu discurso si decides amar mis sienes de ser fronterizo.
La
cólera diseñó un garabato de odio sobre la planicie de cristal sin poder
romperla.
Por
clámide interpuesta disfrutaríamos de un paraje más conceptual y menos
provinciano.
Las
memorias o anales del sujeto son un pretexto para el narcisismo verbal y la
virguería logocéntrica.
Te reto
a amarme: el juego más suntuoso de los cuerpos adjetivados.
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