martes, 12 de mayo de 2020

FILOSÓFICAMENTE FILOSOFANTES: microrreseñas.





ESCRITOS INÉDITOS DE JUVENTUD. Arthur Schopenhauer.

En estos textos del joven Schopenhauer ya se encuentran más que manifiestos los presupuestos centrales y definitivos de la filosofía del maduro Schopenhauer. El formato aforístico facilita una radiación temática en la que ratificamos tanto las ideas fundamentales de su filosofía como interesantes precisiones y luminosas intuiciones. Schopenhauer habla de la Voluntad, de la metempsicosis, de la indistinción de las formas temporales, de la esencia de la música, de la inferioridad de la filosofía ante las artes, de la magia como poder trascendente del individuo…  En uno de los aforismos encontramos lo que podríamos denominar la titubeante actitud epistemológica del sujeto ante lo que hoy llamamos fenómenos paranormales: “Un secreto inescrutable de la naturaleza, es decir, una conexión causal que se diera sin ser cognoscible, supone algo imposible de pensar, ya que cualquier objeto sólo es tal para un  sujeto y sus leyes. Toda causalidad que fuera incognoscible y, sin embargo, estuviese ahí es algo que, simultáneamente será y no será para el sujeto.”  





EL ORDEN DEL TIEMPO.
Carlo Rovelli


El mérito de este libro es el de hacer comprensible al gran público los distintos conceptos de tiempo existentes, cómo ha variado y cambiado el concepto tradicional de tiempo tras las investigaciones de vanguardia que la teoría física ha ido descubriendo y definiendo. Por sus páginas, desfilan con gran transparencia expositiva y sintética ese rosario de acepciones que sobre el tiempo han ido surgiendo tras la perdida de su unicidad tradicional: el tiempo granular, el tiempo subatómico, el tiempo cosmológico, la multiplicidad e indistinción de tiempos, el tiempo cuántico… Ahora bien, existe otra variante del tiempo, independientemente de las especulaciones científicas, y con pocos puntos en común con las mismas: el tiempo como agente ontológico de la experiencia personal. Rovelli se da tempranamente cuenta de ello y señala que: “en última instancia – tal vez – el misterio del tiempo atañe a lo que somos más de lo que atañe al cosmos”.
Personalmente me encuentro más próximo a este tipo de inquietudes que a las complejas abstracciones que pretenden articular los grandes cómputos matemáticos. Con respecto a estos últimos, que es de lo que la obra se ocupa, el libro de Rovelli ofrece definiciones accesibles, y una narrativa argumental muy ordenada, lo que tiene como resultado sumar a su carácter divulgativo el interés más que didáctico por unos contenidos insólitos y complejos. El final del libro hace con sutileza una sugerencia que conecta con su apreciación de la prioridad humana a la hora de emitir una definición satisfactoria del factor fundamental en la vida que es el tiempo. Tras lo que la ciencia conoce y nos ofrece con respecto al tiempo, se abre una posibilidad más franca pero igual de misteriosa, de afrontar el origen y el destino del tiempo: la que cuenta con la implicación de nuestras experiencias a la hora de saber quiénes somos.    

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