En el capítulo XVIII de Asklepios, titulado “Amor deferido” escribía Miguel Espinosa:
Quienes invirtieron el orden de las cosas naturales, y vencieron a la sangre y a la carne, sustituyendo la espontaneidad, la alegría y el dolor, por la regla y la premeditación, no son inocentes de existir. ¿Podríamos experimentar ternura por un tirano, un intrigante, un lama o un personaje del Greco?
Creo que todos suscribiríamos lo dicho brillantemente por Espinosa en esta cita extraída de su delicioso Aklepios, pero hay algo que resulta chocante en la última línea: lo que parece ser su antipatía por el Greco o por el mundo de personajes que representa su obra. Es evidente que su valoración del Greco precisa de una contextualización que la justifique y que con la perspectiva del tiempo, para nosotros está bien clara: las jerarquías sociales del franquismo. A Espinosa, este desfile de monseñores, obispos, caballeros españoles y vírgenes en arrebatada ascensión le sonaría, iconográficamente, demasiado semejante al mundo franquista que él vivía.
Esto nos quiere decir que a través del tiempo, valoraciones de tipo general sobre diversos aspectos del pensamiento y de la vida pueden variar poco, pero en cuanto nos internemos en aspectos sociales, en cuestiones representativas de gusto, apariencias o tendencias, es precisamente el propio tiempo quien desplegará su abanico de opciones cuya elección y significación dependerán de las tesituras políticas, económicas y culturales. No creo que hoy a cualquier espectador a quien preguntáramos, le resultara especialmente rechazable la pintura del Greco. Casi diríamos todo lo contrario pues actualmente prevalece su relevancia estética ante probables conexiones con tendencias sociales. Espinosa fue muy sensible a la jerarquización que durante su tiempo, impuso el franquismo en la sociedad, en el trabajo, en universidades y diversas instituciones. De tal sensibilidad crítica nacieron obras como La fea burguesía o, sobre todo, Escuela de mandarines, suma enciclopédica de la escritura espinosiana.
jueves, 17 de septiembre de 2020
¿NOS PRODUCE ANTIPATÍA EL GRECO?
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