Cuesta imaginar que buena parte del texto que conforma este libro podía
haberse perdido para siempre si unos amigos del poeta, Dante Gabriel Roseti, no le hubieran convencido de que lo rescatara
de la tumba de su amada en donde los había colocado. Un conjunto de poemas que
no han hallado en lengua inglesa parangón, salvo ante los sonetos de
Shakespeare.
Pero esta anécdota no es sino un elemento más del ambiente de
recogimiento y exquisitez interna que el fenómeno de los prerrafaelistas supuso
como una de las mejores expresiones de búsqueda estética durante la época victoriana.
Poetas y pintores, escritores y artistas aunados en una sola persona, estos
eran los prerrafaelistas, término que a Ruskin, uno de sus valedores
críticos más destacados, le parecía, al principio, chocante y algo cómico.
El amor que Dante Gabriel Rosetti concibe en su Casa de la Vida responde al amor romántico pero no desde
posturas de convencimiento teórico previas o de adecuación estética. En el prerrafaelismo, el
arte era algo más que una vivencia de orden comunitario, implicaba una entrega
mística a la palabra, a la imagen y a la persona amada, pero sin que esta
comunión se obviara en mera militancia.
Se habla del milagro griego. Del mismo modo, aunque a una escala mucho
más localizada, precisa y de menor alcance disciplinar y humano, el prerrafaelismo
describe una órbita de pasión única, supone un fenómeno furtivo de la sensibilidad
y adviene a nosotros envuelto en la etereidad que la rigidez de la época y los restantes
códigos de la representación, aplican inertemente.
Esas imágenes de Rosetti, grave y ausente, casi dormido ante el objetivo
fotográfico, o posando con otros miembros de la familia, sumidos en una suerte
de sueño narcótico, adictos al éter y a otras drogas, nos describen
indirectamente cierta atmósfera de recogimiento y de voluptuoso abandono: el
que propicia la aristocrática melancolía y las suntuosidades de la palabra
contemplativa. También, todo ello, no
deja de aludir a ese fatalismo inherente a la pasión amorosa que explica tanta desesperación
entre los amantes y los intentos de suicidio como efecto de la insatisfacción
de ese absoluto que no se deja vivir entre los que comparten un mismo amor.
Intensidad vivencial, altura verbal, radicalidad del deseo, sublimidad son los sellos de autenticidad significativa que rodean a los poemas de La Casa de la Vida y confirman el dolor, la delicia suprema que comporta la aventura amorosa.
1 comentario:
miguel perez gil
mar, 28 dic, 12:33 (hace 1 día)
para mí
Magnífica tu reseña acerca de Rosetti oh Pi cuya poesía es como afirmas exquisita así como su mundo y su contexto vital con sus amigos prerrafaelistas
Eso de prerrafaelistas es lo que no comprendo del todo ya que, si se refieren a Rafael Sanzio, a quien tanto admiró Dalí, está claro que ninguno de ellos vivió tanto tiempo como para haber existido con anterioridad al pintor renacentista, y haber coincidido luego con los tiempos en que vivió Rosetti o Ruskin o el resto de la cuadrilla
Y si de lo que se trata es de entender algo previo al propio Rafael tampoco sé qué es ello
O quizá no estén hablando de ese Rafael y se refieran a otro del que no tengo noticia
En fin, un auténtico enigma
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