Personalmente, tengo que hacer un considerable ejercicio de
liberación de grasas y densidades verbales, para poder disfrutar de estos
supermínimos poemas de Aram Saroyan. O estoy acostumbrado a material más sustancial
y deba confesarme incapaz para la ascesis verbal o es que habrá de acusar a
Saroyan de presunta tomadura de pelo. Saroyan triunfa como poeta en los
sesenta, en el dinámico ámbito de las revoluciones sociales y artísticas de
Estados Unidos. Comienza a escribir, pues, en un contexto propicio a todo lo vanguardista,
atrevido, novedoso.
Todo poema puede resultar efectivo según el entorno, la
puesta en escena, el adecuado recitativo. Los poemas de Saroyan no estaban
ideados para ser leídos sin más en un volumen. Precisan de soportes especiales,
de paredes o fachadas callejeras, de una intercalación en eslóganes publicitarios,
etc...
Cito dos poemas: Yo loco, y pájaros incomprensibles. Un
verso que es un poema lanzado a la infinitud de los espacios urbanos e
imaginarios puede resultar estimulante ocasionalmente, pero también hay que
decir que Saroyan no inventa nada: continúa la labor experimental que dadaístas,
futuristas y surrealistas realizaron en su momento con la poesía y la plástica.
Otro modo de enfocar estos poemas sería ensayando una visión
mitológica de la palabra, visionando los poemas como apariciones instantáneas
de una arquitectura verbal arcana, dotando a la palabra de una potencia física,
como si el propio verbo surgiera ante nosotros. Imaginando el poder que los
antiguos egipcios y místicos griegos otorgaban a la palabra, podríamos valorar
la relevancia de estos poemas rabiosamente modernos.
La misteriosa Clarice
Lispector. Siempre me intrigó esta autora, pero hasta ahora no había leído nada
de ella. Esta Agua Viva ha sido la mejor oportunidad para conocer su
estilo de escritura. Se trata de una virguería literaria. Lispector se pone a
escribir porque sí, para aclarar, precisamente porqué escribe y de qué, asemejando
pintura y escritura literaria, ratificando que la confesión literaria surge en
el instante y este es la medida de todo tiempo y experiencia. A medida que el
texto avanza, los alambicamientos y complejidades se articulan como pasajes de
un proceso que puede invertir el sentido de lo explicitado. El resultado: una
delicia para la lectura, una gema sutil
que no cesa de esfumarse bajo sus brillos y reconstruirse tras cada conjunto de
frases.
Lo mágico que tiene la obra de Georges Perec es que apenas entras en
su lectura, lo lúdico, lo curioso, lo chocante salta ilustrando ópticas y
perspectivas estimulantes a propósito de cualquier temática.
Perec despliega un juego literario en el que el humor y la inteligencia
materializan sus principales coordenadas. Para Georges Perec todo es
virtualmente objeto de su inventiva escritura, y como escritor profesional que
se considera, el primer y más inmediato destino de experimentación es su propia
biografía. La memoria es un cómputo de cómputos en el que los recuerdos hilan
motivos y pretextos para organizar una escritura que no hace sino plantearse la
peculiaridad del vivir, la aventura que supone contarla.
La evocación minuciosa de una ocasión en que de niño se fugó
de casa, la experiencia estimulante y angustiosa de saltar en paracaídas, el
valor literario de los sueños, son alguno de los ejemplos que bastan para que
el genio de Perec nos ponga en situación novedosa o divertida. En la obra de
Perec lo experimental no se estanca en algo banal o ineficaz: vincula términos cualesquiera
de realidad a los principios de la imaginación creadora.
Esta reedición de El libro del frío nos recuerda qué soberbia y firme creatividad poética nos lega un autor tan veterano que todavía sigue, en observante silencio, con nosotros. Creo que una de las virtudes de la prosa poética es la de recuperar el poder definidor de la razón, es decir, el carácter numinoso del logos. En la prosa poética toda lógica lo es de una formulación compacta y harmónica, sublimándose el discurso en expresión de lo intelectivo. Las facultades del lenguaje funcionan para detectar y priorizar la materia poética de la experiencia representada y precisarla en alusión poderosa. La serie de imágenes que Gamoneda conjunta, define con solidez y fascinación un espacio rural y telúrico cuya evocación tributa a la memoria y colinda con la intensidad metafórica del mito. La manejabilidad del formato de esta colección hace muy grato el disfrute de los libros.
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