CONTICINIO. LA HORA PROFUNDA.
El
pintor murciano Nicolás de Maya ha
elegido el conticinio, esa hora
comprendida entre las cuatro y las seis de la mañana, o bien la hora de la
noche en que el silencio y la quietud
son máximos, como motivo ilustrador
de su última exposición en la sala de Las
Verónicas.
La
puesta en escena articula un rotundo simbolismo a través de pinturas, instalaciones
y objetos de distinta naturaleza. ¿Cómo hacer para representar la altura del
silencio, el punto de hondura cenital de la noche y que todo ello no pierda la
pureza de su carácter remoto?
El factor telúrico representado en vertical, pues el conticinio es la hora en que a través de la quietud seráfica todo parte de sí hacia lo celeste de uno mismo. Y las rocas, y las hierbas y las flores, participan de este movimiento sin movimiento.
Como un gong insonoro, el gran recipiente recoge el rocío de la madrugada, la caida de cada minuto, de cada hora que compone el mudo conticinio místico.
El agua del tiempo en quietud no hace sino resaltar el orden espacial de la hora mística a través del paisaje de fondo que asoma.
Una alquimia natural brota de la pureza del silencio, encarnándose en formas concretas y vivas, parapetadas por los paneles de cuarzo azul de la Noche.
Una última y opípara cena como jugoso simbolismo del ágape interior a que el conticinio, en definitiva, invita a toda sensibilidad. Bajo la luz selenita y pulcra de la luna se esbozan los alimentos fantasmáticos del quieto viaje interior de la hora mística y habitada.
Para agoreros e hipercríticos, he aquí una exposición que, inopinadamente, con sencillez y rotundidad, despliega delicadeza y misterio sin que el gozo estético de una materia mística tenga nada que ver con proselitismos o parodias estériles.
1 comentario:
Muy interesante la puesta en escena. Aunque parece utilizó la técnica de impresión en 3D ....
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