martes, 21 de mayo de 2024

  



RETROFUTURISMO

 

Todo lo que, a fines de los años cincuenta y primeros de la década de los sesenta supuso, en cuanto a diseño aeronáutico y de interiores inmobiliarios,  electrónica, industria automovilística, cibernética y elaboración de electrodomésticos, en Estados Unidos, fue objeto en esa misma época de una serie de documentales que vista hoy en día, produce una fascinación difícil no tanto de explicar como de asumir culturalmente. Nos estamos refiriendo a lo que viene en llamarse retrofuturismo 

Este término compuesto es verdad que podría aplicarse a cualquier faceta de la industria humana, a todo saber y arte, y no sólo a los distintos episodios del  progreso tecnológico. Lo que ocurre es que aplicada la visión retrospectiva a lo que fue la vanguardia tecnológica, la impresión con respecto a los contrastes emergidos, es más elocuente.  

Como ya he esbozado, el término es, constructiva y relativamente fácil de concebir, pero conceptualmente difícil de analizar ya que está basado en una percepción paradójica de la realidad. Es decir, afirmo algo, lo defino a través de su contrario. Es como si dijera que lo blanco me gusta por lo negro que tiene.  

Lo que el término retrofuturismo está afirmando es que podemos echar un vistazo hacia atrás sobre lo que fue el futuro o se prometía como tal, que el futuro tiene historia, que el futuro fue un asunto emocionado del pasado inmediato de nuestra cultura moderna.

La fascinación conceptual que encierra el vocablo reside en la inversión temporal que afirma. Lo que fue elogiado como el futuro refulgente de nuestra sociedad y de nuestros países en los campos específicos que he mencionado al inicio, es visto hoy como un conjunto de eclosiones vintage, como una antigualla curiosa. Aunque también es cierto que no todo resulta extraño y patéticamente pasado de moda: los diseños minimalistas de interiores en casas,  viviendas y edificios institucionales de primeros de los sesenta, resultan hoy en día sorpresivamente actuales y totalmente eficaces.

En uno de estos documentales realizados entre 1958 y 1965, he podido ver unos modelos de ordenadores - es decir, computadoras - con pantallas increíblemente planas, cuando las pantallas planas de nuestros ordenadores empezaron a popularizarse después de los noventa.

¿Qué implica, en definitiva, que lo que se anunciaba como la más furiosa vanguardia se haya convertido en una pintoresca momia del diseño?

Las audacias en el diseño, ¿repercuten en la velocidad con que pueda trabajar nuestra mente en la recepción y ordenamiento de datos?

¿Lo más avanzado es lo más cómodo, lo mejor, lo más bello?

Un aspecto que sí pudiera resultar conclusivo es el relativo a que el progreso supone una linealidad continua de avances en el tiempo que no implica humana o moralmente el mismo tipo de evolución en el sujeto.

La modernidad son nuestras producciones, sí, pero sobre todo nuestra disposición anímica real ante lo que la tecnología va elaborando, cómo la asumimos y la utilizamos sin que sea un fin en sí mismo sino un medio de mejoramiento.  

Decía el poeta Rimbaud que: hay que ser absolutamente moderno. En la admonición del poeta hay implícita una vertiginosa aventura del espíritu. Lo tecnológico aquí está ya más que dado y superado. Es una faceta más de esa batalla del ser de hoy.   




A la drecha de esta modernísima cocina ¿es un monitor? La imagen es de 1965




El auto parece muy moderno. Me choca el aspecto de la mujer. 




Las computadoras, abuelas de nuestros ordenadores personales. 




Esta vista, de primeros de los sesenta, se parece bastante a la Ciudad de lasArtes y de las Ciencias de Valencia, según el diseño de Calatrava. 







Los trajes del personal de la sofisticada IBM parecen de película de cine negro.


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