jueves, 16 de octubre de 2025

LAS ASPIRACIONES DE LA POESÍA Y LA ABRUPTA REALIDAD



Echando un vistazo medio distraído a la lista de autores de la editorial Pepitas de calabaza en la página web de la propia editorial, me entero, con malestar y melancolía, de la muerte de Eugenio Castro, a quien conocí en Alicante a fines de los noventa. Entonces, este notable traductor, se movía con el Grupo Surrealista de Madrid que formaba parte de una internacional Surrealista. Esta internacional integraba el trabajo editorial y artístico de otros grupos en distintos países de Europa como, por ejemplo, Bélgica, Francia y países del norte. 

Los orígines de  las cosas siempre resultan misteriosos, sin embargo en mis recuerdos doy con un dato más o menos nebuloso: creo que fue en la librería ilicitana Ali-Truc donde descubrí la estupena revista que el grupo surrealista madrileño sacaba a la calle. Fue de este modo como contacté con el grupo, me publicaron un artículo sobre la siesta y el pensamiento de Macedonio Fernández y más tarde, como dije, en Alicante, en un bajo de cuya dirección no quiero acordarme, me encontré con varios de los miembros del grupo de Madrid y entre ellos, con Eugenio. Teniendo en cuenta la historia de los pintores y poetas originarios, fundadores del movimiento y las aspiraciones teóricas de la revisa en la que yo acababa de publicar, me sorprendió la templanza y aplomo de Eugenio Castro.  Me dirigía al encuentro con unos individuos que se autodenominaban surrealisatas y lo que tenía en mi imaginación es que iba a  asistir a alguna suerte de happening explosivo y provocador. Mientras José Manuel Rojo, el miembro más activo y activista, se dirigía a los presentes anunciando los contenidos de la publicación del próximo número de la revista, yo mantuve una distendida conversación con Eugenio. Hablamos de la sociedad actual y del tipo de actividades que se planeaban realizar, sobre todo en la capital del país. Eugenio Castro me pareció una persona segura de sus ideas y elegante, poco inclinado a meras algaradas. 

Tras aquel encuentro en Alicante, sólo mantuvimos contacto a través de correspondencia. Adquirí más números de la revista, llamada Salamandra, hasta que dejé de verla. Posteriormente adquirí un libro de Castro publicado en Pepitas de Calabaza, H, una suerte de memoria personal con el relato de la misteriosa aparición continua del signo H, en distintos momentos de su vida. 

Me ha dolido enterarme de su fallecimiento.  Aunque resulte indignante, los poetas, los surrealistas, también mueren. Quisiera que el humor y la inteligencia velaran el recuerdo de Eugenio Castro.    

LAS ASPIRACIONES DE LA POESÍA Y LA ABRUPTA REALIDAD

Echando un vistazo medio distraído a la lista de autores de la editorial Pepitas de calabaza en la página web de la propia editorial, me e...