martes, 24 de marzo de 2015

LA HERIDA EN LA LENGUA. CHANTAIL MAILLARD


 
 
 

Los poemas de este libro piden ser escuchados o representados antes que meramente leídos.  Claro está que tal recomendación no desprecia la identificación de la voz escrita de la autora a través de la lectura atenta: señala un modo más directo y sensible de acercarse no tanto a los bloques dispersos del texto como a lo que los origina. Una escritura, a veces, rota, titubeante, oblicua; otras, engañosamente sencilla y recónditamente certera, hace palpables esas dificultades del lenguaje a la hora de expresar los trances del dolor, sus incursiones en el cuerpo que se hace alma, en el alma que es un cuerpo.   

Cómo explicar lo que te destroza o te suprime. Cómo hablar de lo que han amputado a  tu vida. Ante estas fronteras, al lenguaje no le queda sino retorcerse sobre sí mismo, recapitular brechas en llamas y continuar ensayando andaduras.

No es que la escritura poética, de pronto, sea impotente, o se ofusque con sus propias posibilidades: las opacidades que cuesta desenlazar sumen a la palabra en un enjambre oscuro. Por ello, repito, creo que ante este tipo de poesía, la sola lectura puede resultar algo expeditiva.

Si digo mi dolor, lo aclaro, lo atenúo. Es una forma de conjurarlo. También de protestar por ello. Por un lado, decir las incursiones del dolor, sus ardidos  meandros en el cuerpo y en el alma; y por otro,  protestar por el dolor impuesto, el dolor infligido a otros. Estos dos aspectos articulan el libro de Chantail: el dolor personal, su no evitación, su descripción minuciosa e imposible,  y el dolor general, el horror encarnado en las guerras y en las terribles masacres contemporáneas.   

viernes, 13 de marzo de 2015

SEMIOTIFORME


 
 
 
 

Cae en mis manos una publicación de 1980 sobre semiótica. Hojeando las páginas, me encuentro con esquemas y diagramas profusos que se me antojan hoy esfuerzos algo pueriles, cantidades de conocimiento inútil. Dónde ha ido a parar tanto cálculo, tanta minucia, qué es lo que creíamos descubrir tras aquellos prolijos análisis supuestamente infalibles. Recuerdo haber hecho, hace unos cuantos años,  un estudio semiótico de La dama duende, la obra de Calderón de la Barca. Me salieron, exactamente, 62 folios, repletos de cuadros, diagramas, troceamientos infinitos de la obra, de los personajes, de alusiones y jerarquías significativas,  etc..

¿De qué me sirvió aquello? No para otra cosa que para confirmar el carácter totalmente lógico de la estructura de una obra y la posibilidad del lenguaje, de la escritura de llevar  cabo esa confirmación, lo cual no es sino rondar, con cierta embriaguez, terrenos tautológicos. La verdad es que experimento cierta leve turbación: la que se deriva de percibir la temporalidad de unos saberes cuyo conocimiento supuso el entusiasmo personal de pretender adquirirlos, lo que también implica hacer melancólica historia de mi mismo.

Ahora bien, si aquellos análisis minuciosos y prolijos nos parecen un ejercicio de exhibición pedantesca , casi puros rebosos gráficos, la teoría semiótica y sus derivas no es que no hayan perdido interés sino que se nos presentan, actualmente, como el modo más riguroso de certificar un estudio científico de los discursos y del progreso cognoscitivo. En realidad, la semiótica no deja de implicar un misterio, supone el inicio de la cadena especulativa, la fundación del enigma infinito del saber que parte con la famosa declaración del oráculo de Delfos.  Preguntar con cierto rigor implica formular tal interrogante a través del signo, es decir, el signo es una llegada que nos remite a otro punto desde el que seguir la investigación; el signo es ya una resolución elemental para iniciar el interrogante sistemático.

 

 
 
 
 
 
¿Existe, actualmente, una teoría renovada de las semióticas, una reflexión sobre el signo que recuerde la brillantez que la semiótica experimentó durante las décadas de los sesenta y los setenta? En su libro De los espejos y otros ensayos, Umberto Eco, nos da una pista al definir el pensamiento enciclopédico como pensamiento débil, metafísicamente hablando, pero riguroso a la hora de trazar un cuadro del número de conocimientos existentes sobre las distintas disciplinas. Eco matiza que la enciclopedia nunca sería total, es decir, finita, sino que habría que relacionar los desarrollos del saber con contextos concretos siempre en movimiento, en trance de reformularse y reconstruirse. A la enciclopedia le correspondería la imagen de un laberinto en forma de red, es decir, un modo de sistematizar y ordenar el conocimiento indelimitablemente relacionable y multiplicable. Resulta curioso observar cómo en 1983 Umberto Eco parece estar vaticinando el devenir de la estructura internáutica, al aplicar esta forma de red al modo más susceptible de optimizar el ordenamiento del saber de un pensamiento débil- el actual, el nuestro – que ha renunciado a la creación de una nueva metafísica sustituyéndola por la razonabilidad y el funcionalismo de la información.    

 

 






Si una cosa es imagen de otra, ¿no nos parece que el meteorito que cayó en Tunguska, en Rusia, guarda una relación de semejanza entre lo extraordinario de la caída y su poder destructivo, y la enormidad del territorio ruso, al tiempo que todo ello se nos antoja misterioso? La caída del bólido fue azarosa - suponemos, aunque, ¿por qué no cayó en Liesenchstein? -. Pero si establecemos una relación, de qué naturaleza es esa relación: ¿metafórica: el meteorito anunciaría guerras y la revolución comunista, etc..?. Al hablar de relación, cuasi de semejanza, ya hemos resuelto el misterio. No nos cabe ir más allá. Nos parece que entre ambas cosas existe una suerte de autoatracción fatal.   

lunes, 9 de marzo de 2015

 






 
POSIBILIDADES DEL HIPÉRBATON:
EL ORDEN DE LOS FACTORES NO ALTERA EL PRODUCTO
 
 

                                                                                                             El caballo trota por la pradera
El caballo, por la pradera, trota
Trota el caballo por la pradera
Trota por la pradera el caballo
Por la pradera, trota el caballo
Por la pradera, el caballo trota
 
 
La sintaxis define el orden de los acontecimientos. En este ejemplo comprobamos la elasticidad, la plasticidad de la sintaxis, al poder alterar la sucesión de los componentes de la oración sin afectar por ello, al sentido de la misma. Juan Benet y Octavio Paz elogiaban estas capacidades del castellano ante la mayor rigidez de otras lenguas. ¿Podría decirse lo mismo en inglés, en finés? 
 



miércoles, 4 de marzo de 2015

TESELAS II



 


Los signos pasan

Y pasan de nuevo

Hasta que alguien,

Un periodista, un fotógrafo,

Un filosofo amateur

Da con ellos

Y se dice algo nuevo sobre el mundo

 

 
 

La cifra es carcomida

Por moléculas de significación trémula

Pero la médula

Continúa

Produciendo ecuaciones corredizas

 

 

 

Todos son impertinentes al querer hablar

Se rifan la mejor definición de ese concepto

Hablaré sin parar, yo también

y la naturaleza proveerá

 

 

 

Ayer no fui otro

del mismo modo

que este árbol que se erige ante mí

fue el mismo ayer

que hoy.

Sin embargo….

 

viernes, 27 de febrero de 2015

TESELAS





Una querencia

Un súbito desmadejamiento

Tienen en común ser polos opuestos

De la misma revolución astral

De allá a acá

El mundo ha girado sobre sí mismo

Sin saberlo

 

 
 

En este desierto

Hay una incidencia

No masiva:

yo

 

 
 

El pájaro

es el geómetra de los aires

 
 
 
 
 
 
 
El beso no tiene longitudes

pero hay longitudes besadas:

tu cadera, el cuello,

 carne

del paraíso terrestre

 

 

 
Despacio

la luna ya está en otro hemisferio.

Aprecia

esta virtud

de desplazar abismos etéreos

tan discretamente

 

 


No pierdes el horizonte

Tan sólo descuidas

Darle al émbolo preciso

Mientras andas errático

Te sigues manteniendo

En el punto de mira

De los espacios

 

 

 
Las palabras son

Excavadoras

Llaves

Útiles para delimitar,

Atravesar las frondas semánticas

Somos modestos obreros

De este lance del saber:

Dilucidar una página del universo.

 

 

 
Tu belleza es clara y misteriosa.

 

 
 
 

En las franjas glaciales del espacio

Los planetas apenas se entretienen

Mirándose unos a otros.

La estrella

Quisiera encarnarse

En un cuerpo acariciable.

 
 

martes, 24 de febrero de 2015

COMITÉS DE LECTURA Y LAS CONSTANCIAS DE LA ESCRITURA



 
 
 

Cuando se habla de crisis, de pérdida de valores, de empobrecimiento general, acotamos demasiado expeditivamente la realidad. Pretendemos con tales apreciaciones dar un informe que es también una suerte de veredicto sobre el estado de las cosas, cuando resulta que la realidad siempre será más rica y sorpresiva que lo que nuestros rastreos accidentales y sumariales pretendan ofrecer como resultado.
Este año, he tenido la suerte de participar en la preselección de las obras aspirantes a un destacado premio de poesía. Y como me ha ocurrido otros años, de nuevo, he vuelto a sorprenderme y a entusiasmarme con lo que a veces, casi secretamente, hace y escribe la gente.
Personalmente, desearía que todos los poemarios ganasen el premio.  La idea de premiar a una sola obra me parece injusta  y me fastidia, además, que por cuestiones de gusto puedan excluirse trabajos que arriesguen en sus registros o vayan a ser mal interpretados porque provengan de otras fronteras – no precisamente lingüísticas – en las que las cadencias de la realidad se respiran de un modo distinto al europeo.
Yo, este año, he vuelto a darme un pequeño  banquete de subjetividades creativas a través de los textos que nos han llegado desde distintos puntos del territorio nacional junto a otros provenientes  de África y de  Latinoamérica.  Tras esas subjetividades, hay un yo, una persona, un amanuense que procura ser lúcido vate de su mundo a través de la confesión sublimada que es el poema,  alguien anónimo que supone una brecha nueva en el piélago de las posibilidades lingüísticas. Y aunque, finalmente, la sorpresa literaria no suponga la fundación de una nueva era en la lírica, el hecho de que la gente escriba, que se esfuerce en retener y comunicar experiencias, es ya un gesto admirable de resistencia, de diferencia, de contribución a la belleza.  
 Íntimamente,  lo que más me estremece, al tiempo que me deja un sabor melancólico,  es la lectura de algunos de los poemarios en los que, a pesar de las contenciones formales, de la consciencia de la artificialidad de la escritura poética, creo haber asistido a la expresión sincera, a la cuasi confesión de un dolor cuyos protagonistas no conoceré nunca.    
 Vivimos la era de las telecomunicaciones, y en esta era la poesía, según el estereotipo, o es una cursilería o un ejercicio de hermetismo. Mi lectura de las obras concursantes confirma, una vez más, que este concepto es falso. La gente trabaja y sufre. La gente crea belleza en secreto. Escribe, es decir, lleva a cabo la operación alquímica de filtrar lo que experimenta, desea y siente, a través de la retorta verbal y conforma ese mensaje sosegado y fulgurante que es el poema. Y aquí la poesía no supone tanto la invención de nuevos mundos como la confirmación de pertenecer a esa secreta comunidad que necesita escribir al enjundioso dictado del verso.  
 

RUGBY FEMENINO O EL DESMADRE NORTEAMERICANO

Llevo años pensando en ese país tan extraño, como decía Borges , que es Estados Unidos . Pensando en su cine ante la especificidad europea...