Una
cosa ya muy estereotipada es concebir al artista- sea cantante, artista plástico,
poeta o compositor - como alguien situado casi fuera de la ley, al menos, de la
ley estética de la mayoría. La bohemia, que hoy ofrece una cara bien poco
alternativa y que es algo que no trasciende la mera farándula cinematográfica porque no hay poetas que protagonicen tiempos
tan gregarios, tuvo hace gloriosas décadas, históricamente recientes, ciudadanos de
sus medianías penumbrosas bastante destacables, verdaderos raros en la indumentaria, en la invención, en
el modo de ser y vivir.
Uno de estos bohemios peor conocidos en España es Henry de Groux.
El simbolismo pictórico finisecular fue la suculenta
antesala del surrealismo. Uno de sus representantes más peculiares y poco
conocidos fue este Henry de Groux, artista belga, que ha sido el primer
seleccionado en mi rápido vistazo por los rostros y aspectos temibles de poetas
y pintores.
Autor de algunas sofisticadas obras y de infrecuentes piezas
de género, como sus famosos Cristos, Groux aparece en algunas tomas fotográficas
con un aspecto un tanto inquietante.
En esta imagen tiene de todo un poco: vampírico seductor,
especie de amenazante aristócrata venido de no se sabe dónde, artista envuelto
en las tinieblas de la noche y que nos hipnotiza con su mirada serenamente diabólica.
En esta otra foto, no parece tener mucha paciencia para con
los tontos. El artista de verdad es un elegido que no va a tener
contemplaciones con los criterios comunes.
Aquí lo veo como sumergido en la fiebre de su época, víctima
de secretas hiperestesias y delirios, aunque simule dormitar en tan melancólico
paraje.
Otro artista, este de la palabra, en el que me he fijado, ha sido el poeta alemán Stefan George. Cualquiera diría que es alemán: más bien parece un
apache, un boxeador o un loco que se
haya escapado del hospicio con voluntad de convertirse de pronto en delincuente.
Este duro rostro pertenece a quien se dedicó a potenciar el idioma y la poesía
alemana de su tiempo, amante de la naturaleza y de toda delicadeza lingüística.
1 comentario:
El que más miedo da es Steran Georges.
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