sábado, 13 de abril de 2019
jueves, 11 de abril de 2019
¿DE QUIÉN ES UN AGUJERO NEGRO?
Cuando he escuchado esta
tarde, por la radio, la noticia de la
obtención de la imagen del agujero negro, me han molestado las palabras con las
que la locutora denominaba el suceso, aun cuando puedan suponerse como no muy estrambóticas:
“el gran misterio de la ciencia”. La noticia me parecía interesantísima, pero
ese detalle de propiedad cognoscitiva establecía una frontera entre nosotros, los
pobres profanos, ajenos a los soberbios entresijos técnicos que han logrado
colectivamente la imagen, y la casta sacerdotal de los científicos, dueños del
desciframiento de los misterios de la naturaleza. Está claro que, con respecto
a los trabajadores de los distintos observatorios, existe una competencia
puramente técnica, la que consiste en la aplicación de medidas y cálculos astrofísicos de diversa índole que sumados en una operación conjunta han
logrado localizar presencia tan insólita en nuestro cosmos. Pero un agujero
negro no es propiedad exclusiva de ningún conocimiento: se trata de un fenómeno
de características extraordinarias, de un auténtico fenómeno paranormal
detectado en la piel del cosmos, que sólo abstraído en cifras y cómputos, se
convierte en asunto específico de eso que los medios llaman con temor sagrado
la ciencia. El agujero negro es asunto de todos, objeto de mi asombro, acicate
del preguntar filosófico, estímulo galáctico de mi contemplación poética. En cuanto
una disciplina sistematiza un conocimiento sobre algo natural pero no conocido
del todo, y lo hace ingresar en su lista de verificaciones y cálculos, lo hace
suyo, asunto indiscutiblemente suyo, como si entre el fenómeno y los
científicos existiera una suerte de complicidad y un rechazo expreso de todos
los demás. El conocimiento estudia o investiga algo precisamente para
universalizar el conocer, para ilustrar acerca de dónde estamos y sobre el
devenir del conocer mismo, para hacer exotérico lo que antes era esotérico. El que
algo tan insólito como un agujero negro exista realmente, afecta a mi
imaginación, a las dimensiones de la racionalidad que pretendo ejecutar como
sujeto naturalmente curioso e inquisitivo en una sociedad de otros sujetos
también interesados en los límites de nuestro universo. Anoto este detalle
porque en cuanto me hablan de un agujero negro o similares y atiborran la
información con un espeso conjunto de datos, me sustraen su realidad numinosa que
es lo que a mí me fascina, y que no tiene nada que ver con lo anterior. Este
movimiento de sustracción- objeto real por su conversión en datos
físico-matemáticos – tan típica del afán sintetizador de los medios, parece que
no pretenda sino sustraernos, a la vez, nuestra aspiración a soñar, es decir, a
contemplar un agujero negro como existencia real, al recordarnos nuestra
condición de meros aficionados, de profanos merodeadores del Gran Conocimiento
en poder, sólo, de los sumos oficiantes, de los científicos recluidos en sus
inmaculados laboratorios.
martes, 9 de abril de 2019
LA POESÍA LÍQUIDA DE SANTIAGO MONTOBBIO
En este, su último libro de
poesía, Santiago Montobbio confirma lo que ya sabíamos: que su concepto de
poesía no es un experimento. Inopinadamente, la escritura de Montobbio parte
del punto en que el tiempo también parte de sí y comienza a ser vía de sucesos
en la consciencia. Tiempo que comienza a
fluir y consciencia de tal cosa en el sentir propio, coinciden. El testimonio
de ello es el escribir imparable. Escribir cualquier cosa en este movimiento
que se ha iniciado comporta la constatación vital de esa cosa y la continuidad
de la escritura. Una poesía de este tipo es
la afirmación literal del instante, es más, un habitarlo en tanto que al
comenzar a ser y fluir, está significando, constituyendo relato probable. Si todo concurrir puede ser poesía y las cosas
no cesan de producirse y darse, todo ello puede ser materia de un poema siempre
que este se atreva a asumir su no delimitación. Los confines del monólogo
interior, incluso los del flujo de conciencia, y los términos de este tipo de poética integral del tiempo
vivido, son, finalmente, muy semejantes.
Los riesgos, las
implicaciones de diluir tanto la forma como, en consecuencia, el contenido, son evitar lo memorable, sumir lo específico en la masa
englobante de la escritura. Para Montobbio lo que sucede desborda todo
continente de modo natural y continuo, todo es digno de registrarse como
significativo en tanto lo percibe la conciencia y se verifica como imagen. De ahí
el adjetivo de líquido, no tanto por el riesgo de dispersión como de convertirse
en flujo, ya que la realidad es ese fluir sin fin que muta sus imágenes por
otras. Poesía es todo lo que es y nos rodea. Sólo cuando lo percibimos el ritmo nos lleva y creemos haber ingresado
en la transformación, en el canto.
jueves, 4 de abril de 2019
COLOQUIOS CON EL POETA DE LA MEMORIA Y EL MISTERIO
JOSÉ
ÁNGEL VALENTE. EL ANGEL DE LA CREACIÓN.
El volumen que edita
Galaxia Gutenberg, recopila la totalidad de las entrevistas y encuentros que se
publicaran del poeta gallego, José Ángel Valente a lo largo de toda su vida. El
trabajo de búsqueda y localización de los textos ha sido realizado por quien
fuera amigo del poeta, Andrés Sánchez Robayna, que lo ha ejecutado con la
linealidad cronológica más estricta: desde la primera noticia aparecida en
prensa sobre el poeta, la concesión del premio Adonais en 1954, hasta su última
entrevista, aparecida en una revista, publicada póstumamente, en 2001. El libro
también recoge varios textos de carácter inédito que sumados al material
gráfico, fotografías escasamente difundidas del autor, conforman un frondoso
cuadro tanto de la producción poética como de su biografía.
Pudiera ocurrir que el
ánimo de exhaustividad, ante el proyecto de seleccionar lo mejor de la obra de
cualquier autor, produjera un volumen inabarcable o tedioso, pero con un poeta
como Valente, se agradece el rescate de cualquiera de sus intervenciones
públicas. No es mero afán de totalidad lo que justifica este volumen sino el
interés y el carácter infrecuente, en la literatura española contemporánea, de
una obra como la de Valente.
El conjunto de estas
entrevistas y diálogos varios se suma al internes crítico de su obra
ensayística, y ofrece la singularidad de su naturaleza verbal: en el clima de
la conversación, distinto a la linealidad disciplinar del texto escrito, el
escritor enuncia o sugiere perspectivas e ideas no registradas en los ensayos.
Octavio Paz, a
propósito de estos aspectos, señalaba las diferencias entre lo escrito y lo
hablado, advirtiendo sobre el riesgo de publicar lo que se ha comunicado en un
encuentro exclusivamente coloquial, pues la expresión verbal, al verse
reflejada en un texto podría adquirir una dimensión o un sentido inapropiados,
incluso, contrarios al originario. Para el poeta mexicano lo coloquial suponía
un lenguaje propio, distinto al textual, con características y registros
también propios.
Valente no es de
distinto pensamiento: lo comunicado oralmente pertenece a este ámbito, de ahí
que todo lo expresado de este modo se sume como complemento a la obra escrita,
conservando su propia atmósfera de divagación y peculiaridad reflexiva. Por ejemplo, Valente, hablando de la memoria,
matiza que el olvido es parte de la misma, dimensión de una dimensión mayor –
la memoria - que podría incluirlo. O
bien, expone los vericuetos ocultos de la tradición literaria: cántico
espiritual, de San Juan de la Cruz es, en realidad, “un comentario” del Cantar
de los Cantares. San Juan, influenciado por sus lecturas de la biblia, y más
sensiblemente por el cantar, recoge y reelabora su material simbólico, junto a
contenidos de carácter popular, y el producto sublimado de todo ello se convierte en su obra poética y
mística, lo que considerando el exquisito nivel de su trabajo, lo convierten, a
ojo de Valente, en el poeta más importante de la literatura española.
Como era de esperar, en
el libro encontramos numerosas referencias a la poesía, a su definición, a su
naturaleza, a sus relaciones con las otras artes.
Para Valente la poesía
supone un conocimiento especial del mundo, distinto al filosófico: el
pensamiento racional supone un proceso de los elementos discernidos de la
realidad, mientras que en el poético, gracias a la “aprehensión sensorial
directa del pensamiento”, según la expresión de Eliot que Valente cita, lo que
se produce es una presentación de lo dilucidado a través de la imagen. La razón conforma lenguajes instrumentales que
convergen con los mediáticos, es decir, con los lenguajes del poder. Los
intereses de la poesía son muy distintos, pues la poesía es un tanteo de lo
cotidiano a la búsqueda de lo insólito. Su misión es receptiva e intuitiva, no
dirige meramente contenidos ni los archiva.
La poesía supone un estado
de atención, en definitiva, una ascética. La poesía propicia el estado
contemplativo y espera a que lo percibido devenga imagen reveladora de un
origen nuevo. La realidad nace aquí, se ensancha, se dispersa, o desaparece para metamorfosearse en otra. La
poesía es un estado, una posición de espera generadora.
Otros aspectos
importantes que estas entrevistas recogen con respecto a los intereses de
Valente son sus lecturas de la cábala, la amistad con Lezama Lima, las
aproximaciones a la espiritualidad y estética orientales, los aspectos
secretamente comunes de tradiciones místicas y literarias distintas, o ese denominado
“don de la ligereza” que, a propósito de una incursión en la obra de Chillida, el
autor gallego señala como distintivo propio de todas las artes.
ALTERNATIVAS POÉTICAS.
Bruno Montané. Mapas de bolsillo.
Según nos informan las
solapas del volumen, fue en la casa que el poeta Bruno Montané tenía en México
D. F, donde un buen día de un algo remoto ya, 1976, en compañía de
Roberto Bolaño y Mario Santiago, se fundó el infrarrealismo. O sea, que este
poeta que poco conocido o infrecuente nos parece, participó discretamente en la
renovación de la escritura poética en los tiempos todavía entusiasmados de las
post y transvanguardias.
Este volumen, el último, que
sepamos, publicado por Bruno Montané, de poesía, ofrece el material depurado de
una producción de signo, generalmente,
metaliterario que especula sobre los extraños modos en que la realidad se da y
se enreda en nuestra percepción. Bruno busca valorar los mensajes que en la
experiencia el propio lenguaje genera, tanto sobre las numinosidades de lo real
como sobre cualquier aspecto de lo circunstancial, lo que implica considerar el
lenguaje agente de lo que se produce – nuestro interpretar- y lugar privilegiado de lo que deviene.
El minimalismo observador de
Montané sintetiza con precisión y levedad lo que se presenta como irresolución
y paradoja.
La realidad es como un
espejo o un laberinto: nos devuelve nuestras miradas o nos sume en una
multiplicidad banal sin fin.
No es tanto que Bruno
Montané reivindique una última reflexión sobre la naturaleza de la realidad
albergada en los confines móviles del lenguaje, como que algunos pasajes
cenitales de lo real se hagan especialmente inteligibles sólo desde el
lenguaje. Y ahí reside tanto la complejidad de lo real como cierto hálito de
esperanza: tenemos un instrumento que nos ayuda a vislumbrarla, aunque la
perplejidad ante el mundo no desaparezca y llegue a sospecharse que lo esencial,
a veces, quede sepultado bajo las palabras. Bruno Montané defiende el don del
poema ante las evidencias del tiempo y del mundo: desde la poesía nos es
posible despejar esa broza que la propia realidad segrega sobre su ascendencia.
Cosas para hacer en Nueva York. Ted Berrigan.
Se trata de la primera vez
que se vierten al español, poemas de este poeta norteamericano (1934-1983)
adicto a las hamburguesas y a la Pepsi. Su persona me ha hecho recordar cómo
conocí la obra de Allen Ginsberg: interesado por las irradiaciones caligramáticas
de los versos en las páginas y decepcionado por su carácter oral. Berrigan, que
perteneció a la segunda generación de la Escuela de poetas de Nueva York,
desarrolló su obra a través de dos décadas tan prodigiosas como vertiginosas
para Estrados Unidos: los sesenta y los setenta. La experiencia personal con Berrigan
ha sido muy distinta a la de Ginsberg, que se produjo en un remoto año 1980,
cuando un servidor era un devoto de experimentalismos y surrealismos: Berrigan
despide vitalidad y humor y me ha hecho recordar, en algunos pasajes, a
Apollinaire, precisamente por su atrevimiento y festiva despreocupación.
También he sentido melancolía, temblorosa melancolía ante determinadas imágenes
que no me llevado sino a soñar aquellos años de rock, vida en comunas hippies,
locura psicodélica y convivencias universitarias que ya forman intensa parte de
la historia de nuestro mundo. Para un lector muy literario, estos poemas
necesitan de la cobertura contextualizadora necesaria tanto para hacerse
inteligibles como poéticamente eficaces. De este modo, y contando con las notas
que la traductora incluye al final de la edición, el texto cobra un significado y una vitalidad que lo
inscriben en la memoria reciente y lo ubican en un momento de extraordinaria
libertad social en los Estados Unidos. Me encanta la calidad de la edición y
esa imagen de la portada que, aunque sea reciente, proyecto obsesivamente como una
expresión del imaginario pop de los setenta.
martes, 2 de abril de 2019
POEMA INEVITADO
Del mismo modo que se cae en
una tentación, el sensorial intelecto de un servidor ha sido esta tarde
atravesado por la caricia primaveral y el ambiente de fiesta que se aproxima. Densa
e ingrávida conjunción, que, sin embargo puede dejar su huella en forma de
poema, como ha sido el caso. Siento lo que he escrito pero no me hago
responsable de lo producido. Ha sido resultado de las ondulantes
circunstancias.
Vésperos
de Cuaresma
Ya la tarde
se hace habitable.
Ya resulta dulce salir, confundirse
Con el azul y el aire fresco, ahora que
Las calles de Orihuela están perfumadas de azahar
Y el cuerpo se deja acariciar paulatinamente
Por este abandono, entre florecimientos secretos.
Ensayan por las noches las bandas,
Y la ciudad se estremece con este mensaje
que ritualmente, retorna,
ordenando el tiempo por la liturgia inminente.
La repetición nos gusta y nos tranquiliza:
Dios va a sacrificarse de nuevo por nosotros
Y de nuevo capirotes y reflejos de cresatén
Salpicarán de fascinación
el espacio urbano de todos los días.
La repetición nos seduce aunque no signifique nada,
La repetición significa la repetición misma.
Y yo, sumido en este poema y en esta unción,
enfebrecido por la repetición
de la estación primaveral y sus horas translúcidas,
los hábitos del tiempo y la vida cíclica del sol,
volveré a camuflar mi alma
en la dulzura de la contemplación,
y a desaparecer sin morir
mientras el festejo irradia su misterio
entre inciensos, redobles de tambor
y pasos que levitan.
lunes, 1 de abril de 2019
Breviario Ideario
Cuando en Occidente a los
aficionados les da por escribir haikús y producirlos como si fuera rosquillas,
es decir, a tutiplén, sospecho que ignoran por completo en qué consiste un
haikú, realmente; qué condición contemplativa exige, qué experiencia del
espacio y el tiempo comporta, antes que su definición a través de la imagen.
Es, precisamente, el
carácter inflacionario de la imagen, su producción exclusiva, lo que hace
borrosa y distante la recepción originaria del poema.
La corrección política es
mero aleccionamiento amanerado, decadencia, apelación a una moralina
quisquillosa incapaz de crear una expectativa que genere nuevos y grandes
relatos.
A veces es el propio
lenguaje quien nos apoya y nos ofrece la respuesta que buscábamos a través de
la palabra que dice y confirma la naturaleza de lo que tratábamos o pensábamos.
El que las parafonías aparezcan
grabadas en un medio que no ha sido diseñado para tal cosa, ¿no es un punto
clave del que deba partir una reflexión básica sobre la naturaleza de lo
paranormal, y de paso, sobre la constitución profunda de la realidad?
Lo que decrece también forma
acontecimiento.
La vigencia informativa del signo depende del flujo contextual en que el significado de las cosas puede alterarse, cambiar o variar.
En el montacargas del
corazón hay sumido tanto amor frustrado….
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